La Tortuga Perdida y el Hotel Brillante

Based on: Una tortuga se pierde en la gran ciudad y por accidente se mete a un hotel

En un tranquilo estanque, rodeado de nenúfares y libélulas danzantes, vivía una pequeña tortuga llamada Tina. Tina era curiosa, muy curiosa, quizás demasiado. Un día, mientras seguía una mariposa de alas brillantes, se alejó demasiado de su hogar. Sin darse cuenta, se encontró en el borde de la gran ciudad, un lugar ruidoso y lleno de gente.

Asustada por el bullicio, Tina intentó regresar, pero se había perdido. Las calles eran un laberinto de aceras grises y edificios altísimos. Los coches pasaban zumbando a su lado, haciéndola temblar. "¡Ay! ¿Dónde estoy?", exclamó Tina con voz temblorosa.

Mientras caminaba, vio una enorme estructura brillante. Era un hotel, el "Hotel Estrella Fugaz", el más grande y lujoso de la ciudad. Las puertas giratorias la intimidaban, pero necesitaba un lugar para descansar. Con valentía, Tina se acercó a las puertas.

Las puertas giratorias, al ser automáticas, se abrieron al detectar su presencia. Tina, sorprendida, entró al vestíbulo. Era un lugar increíble. Lámparas de cristal colgaban del techo, alfombras suaves cubrían el suelo y música suave llenaba el aire. Personas vestidas con trajes elegantes caminaban de un lado a otro.

Tina, con su caparazón lleno de barro y sus patitas cansadas, se sintió fuera de lugar. Intentó hacerse pequeña, esperando no ser notada. Pero un botones, un hombre alto con un uniforme rojo y dorado, la vio.

"¡Oh, cielos! ¡Una tortuga!", exclamó el botones, llamado Ramón. Ramón no era como los otros. Tenía un corazón amable y adoraba a los animales. En lugar de asustarse, se agachó y le habló a Tina con dulzura.

"Hola, pequeña. ¿Estás perdida?", preguntó Ramón. Tina asintió con la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas.

Ramón la recogió con cuidado y la llevó al mostrador de recepción. La recepcionista, una señora con un peinado impecable, levantó una ceja al ver a Tina.

"Ramón, ¿qué haces con esa...cosa?", preguntó la recepcionista con un tono despectivo.

"Señora Elena, esta tortuguita está perdida. Necesita ayuda", respondió Ramón con firmeza.

Elena, aunque un poco gruñona, tenía buen corazón. Suspiró y dijo: "Bien, bien. Llévala a la cocina. Seguro que el chef le da algo de comer".

Ramón llevó a Tina a la cocina, un lugar bullicioso lleno de ollas, sartenes y chefs corriendo de un lado a otro. El Chef Antoine, un hombre corpulento con un gran bigote, se detuvo al ver a Tina.

"¿Qué tenemos aquí? Una pequeña invitada inesperada", exclamó Antoine con una sonrisa. Antoine era un chef famoso, pero también amaba a los animales.

Le preparó a Tina un plato especial con lechuga fresca, fresas jugosas y trozos de pepino. Tina comió con deleite, olvidando por un momento su tristeza.

Mientras Tina comía, Ramón y Antoine hablaron sobre qué hacer con ella. Decidieron buscar al dueño de Tina. Pusieron anuncios en las redes sociales del hotel y preguntaron a los huéspedes si la reconocían.

Mientras tanto, Tina se convirtió en la mascota no oficial del hotel. Los huéspedes la saludaban, los niños la acariciaban suavemente y los empleados la cuidaban con cariño. Tina ya no se sentía perdida. Había encontrado un nuevo hogar, aunque temporal.

Pasaron dos días. Tina se había acostumbrado a la vida en el hotel. Incluso aprendió a esquivar las puertas giratorias sin problemas. Pero aún extrañaba su estanque y a su familia.

Un día, una niña pequeña llamada Sofía, que se hospedaba en el hotel con sus padres, reconoció a Tina. "¡Tina! ¡Eres tú!", gritó Sofía con alegría. Sofía era la dueña de Tina. Se había escapado de su jardín mientras ella jugaba.

Sofía abrazó a Tina con fuerza. Estaba tan feliz de haberla encontrado. Agradeció a Ramón, a Antoine y a todos los empleados del hotel por cuidar de su mascota.

Tina se despidió del Hotel Estrella Fugaz con un poco de tristeza, pero también con alegría. Había vivido una aventura emocionante y había hecho nuevos amigos. Regresó a su hogar, a su estanque lleno de nenúfares y libélulas, pero nunca olvidó su viaje a la gran ciudad y la amabilidad de las personas que encontró en el Hotel Estrella Fugaz. Y Sofía, prometió, nunca más la dejaría sola.

Desde entonces, cada vez que Sofía pasaba cerca del Hotel Estrella Fugaz, le contaba a Tina sobre sus amigos del hotel y las aventuras que habían vivido juntas, recordándole que incluso en los lugares más inesperados, se puede encontrar amistad y amabilidad.

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Publicado el 04/21/2025

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