Lola y las burbujas mágicas contra los Virusitos traviesos

Lola y las burbujas mágicas contra los Virusitos traviesos

Based on: Lola y las burbujas mágicas Lola era una osita curiosa y juguetona. Un día, mientras jugaba en el bosque, vio algo extraño flotando en el aire. —¿Qué es eso? —se preguntó, acercándose. ¡Eran los traviesos Virusitos! Pequeñas bolitas verdes que hacían "achís, achís" por todos lados. —¡Jejeje! ¡Vamos a hacer cosquillas en las narices! —decían los Virusitos, saltando de un lado a otro. Lola no sabía qué hacer, hasta que apareció su amigo el Señor Jabón. —¡Lola, usa mis burbujas mágicas! —dijo él, sacando espuma brillante de sus manos. Lola metió sus patitas en las burbujas y… ¡fssss! Los Virusitos empezaron a desaparecer. —¡Nooo, las burbujas nos atrapan! —gritaron, mientras se iban con el agua. Lola rió divertida. —¡Eso fue mágico! Desde entonces, cada vez que veía a los Virusitos rondando, usaba las burbujas mágicas del Señor Jabón, y todos en el bosque se mantenían felices y sanos. Pero ese mismo día, mientras Lola celebraba su victoria contra los Virusitos, escuchó un ruido extraño entre los árboles. —¡Cra, cra, crac! —se oyó desde lo alto. Lola miró hacia arriba y vio al Señor Cepillo, un gran amigo del bosque, sacudiendo su melena de cerdas. —¡Hola, Lola! ¡Creo que tenemos un problema con las hojas y el polvo! —dijo él, observando el suelo cubierto de suciedad. —¡Oh, no! ¡Después de los Virusitos, ahora el bosque quedó todo desordenado! —exclamó Lola. El Señor Cepillo sonrió y comenzó a barrer con movimientos suaves y firmes. Las hojas y el polvo volaban en pequeñas nubes, pero pronto se acomodaban en montoncitos ordenados. —¡Wow! ¡Eso es increíble! —dijo Lola, maravillada. —¡Tú también puedes ayudar! —respondió el Señor Cepillo. Lola tomó una ramita y comenzó a barrer junto a su amigo. Pronto, el bosque lucía limpio y reluciente nuevamente. —¡Gracias, Señor Cepillo! ¡Ahora todo está en orden! —dijo Lola, admirando su trabajo. Desde ese día, cada vez que el bosque se ensuciaba, Lola sabía que con un buen cepillado y un poco de esfuerzo, todo podía volver a brillar. ¡Fin!

Lola era una osita curiosa y juguetona.

Un día, mientras jugaba en el bosque, vio algo extraño flotando en el aire.

—¿Qué es eso?

—se preguntó, acercándose.

¡Eran los traviesos Virusitos!

Pequeñas bolitas verdes que hacían "achís, achís" por todos lados.

—¡Jejeje!

¡Vamos a hacer cosquillas en las narices!

—decían los Virusitos, saltando de un lado a otro.

Lola no sabía qué hacer, hasta que apareció su amigo el Señor Jabón.

—¡Lola, usa mis burbujas mágicas!

—dijo él, sacando espuma brillante de sus manos.

Lola metió sus patitas en las burbujas y… ¡fssss!

Los Virusitos empezaron a desaparecer.

—¡Nooo, las burbujas nos atrapan!

—gritaron, mientras se iban con el agua.

Lola rió divertida.

—¡Eso fue mágico!

Desde entonces, cada vez que veía a los Virusitos rondando, usaba las burbujas mágicas del Señor Jabón, y todos en el bosque se mantenían felices y sanos.

Pero ese mismo día, mientras Lola celebraba su victoria contra los Virusitos, escuchó un ruido extraño entre los árboles.

—¡Cra, cra, crac!

—se oyó desde lo alto.

Lola miró hacia arriba y vio al Señor Cepillo, un gran amigo del bosque, sacudiendo su melena de cerdas.

—¡Hola, Lola!

¡Creo que tenemos un problema con las hojas y el polvo!

—dijo él, observando el suelo cubierto de suciedad.

—¡Oh, no!

¡Después de los Virusitos, ahora el bosque quedó todo desordenado!

—exclamó Lola.

El Señor Cepillo sonrió y comenzó a barrer con movimientos suaves y firmes.

Las hojas y el polvo volaban en pequeñas nubes, pero pronto se acomodaban en montoncitos ordenados.

—¡Wow!

¡Eso es increíble!

—dijo Lola, maravillada.

—¡Tú también puedes ayudar!

—respondió el Señor Cepillo.

Lola tomó una ramita y comenzó a barrer junto a su amigo.

Pronto, el bosque lucía limpio y reluciente nuevamente.

—¡Gracias, Señor Cepillo!

¡Ahora todo está en orden!

—dijo Lola, admirando su trabajo.

Desde ese día, cada vez que el bosque se ensuciaba, Lola sabía que con un buen cepillado y un poco de esfuerzo, todo podía volver a brillar.

¡Fin!

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Publicado el 02/04/2025

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