En una escuela muy especial, había un grupo de seis maestros extraordinarios: la maestra Lucía, el maestro Pedro, la maestra Ana, el maestro Juan, la maestra María y el maestro Pablo.
Eran conocidos como "Los Maestros Fantásticos" porque les encantaba dar clases muy divertidas.
Hacían juegos, experimentos y actividades que hacían que el aprendizaje fuera una aventura.
Los alumnos adoraban a sus maestros y siempre estaban emocionados de ir a la escuela.
Pero un día, el maestro Pablo enfermó y no pudo ir a dar clases.
Los demás maestros se preocuparon mucho por él y decidieron visitarlo en el hospital.
Los alumnos también estaban tristes por la ausencia del maestro Pablo y querían demostrarle su cariño.
Así que, con la ayuda de sus maestros, organizaron una visita especial al hospital.
Llevaron dibujos, tarjetas y un gran ramo de flores para alegrarle el día.
Cuando llegaron al hospital, el maestro Pablo estaba muy contento de verlos.
Les contó que se estaba recuperando y que pronto estaría de vuelta en la escuela.
Los alumnos le cantaron una canción y le desearon una pronta mejoría.
Los Maestros Fantásticos se turnaron para quedarse con el maestro Pablo y hacerle compañía.
Le leyeron cuentos, jugaron juegos y le contaron todas las cosas divertidas que habían estado haciendo en clase.
El maestro Pablo se rió y se divirtió mucho con sus compañeros y alumnos.
Al final de la visita, el maestro Pablo les agradeció a todos por su cariño y apoyo.
Les dijo que era el mejor maestro del mundo por tener a los mejores alumnos y compañeros.
Los Maestros Fantásticos y los alumnos salieron del hospital con el corazón lleno de alegría.
Habían demostrado que incluso cuando uno de ellos no podía estar presente, su amistad y amor por la enseñanza los mantenía unidos.