En un bosque lejano, donde los árboles tocaban el cielo y los pájaros cantaban dulces melodías, vivían tres pequeños cerditos: Puerquito Pérez, Puerquito Pablo y Puerquito Pedro.
Eran hermanos, pero cada uno tenía una personalidad muy diferente.
Puerquito Pérez era perezoso y juguetón, Puerquito Pablo era un poco miedoso y Puerquito Pedro era trabajador y responsable.
Un día soleado, su madre les dijo: "Queridos cerditos, es hora de que construyáis vuestras propias casas.
El invierno se acerca y necesitáis un lugar seguro para vivir".
Puerquito Pérez, siendo perezoso, construyó su casa de paja en un solo día.
Puerquito Pablo, temeroso, construyó su casa de palos en dos días.
Pero Puerquito Pedro, trabajador y responsable, construyó su casa de ladrillos en tres días.
Mientras tanto, en el bosque, vivía un lobo feroz y hambriento.
Su estómago rugía de hambre y buscaba algo que comer.
Olió las casas de los cerditos y pensó: "¡Qué delicioso!
¡Tres cerditos gorditos para mi cena!".
El lobo fue primero a la casa de Puerquito Pérez.
"¡Cerditos, cerditos!
¡Abrid la puerta!" gritó.
Pero Puerquito Pérez, perezoso y juguetón, respondió: "¡No, no, no!
¡No abriré la puerta!
¡Estoy demasiado ocupado jugando!".
El lobo sopló y sopló, y la casa de paja se derrumbó.
Puerquito Pérez salió corriendo y se refugió en la casa de su hermano Pablo.
El lobo fue a la casa de Puerquito Pablo.
"¡Cerditos, cerditos!
¡Abrid la puerta!" gritó.
Puerquito Pablo, temeroso, respondió: "¡No, no, no!
¡No abriremos la puerta!
¡Tenemos miedo!".
El lobo sopló y sopló, y la casa de palos se derrumbó.
Puerquito Pérez y Puerquito Pablo salieron corriendo y se refugiaron en la casa de su hermano Pedro.
El lobo fue a la casa de Puerquito Pedro.
"¡Cerditos, cerditos!
¡Abrid la puerta!" gritó.
Pero Puerquito Pedro, trabajador y responsable, respondió: "¡No, no, no!
¡No abriremos la puerta!
¡Nuestra casa es fuerte!".
El lobo sopló y sopló, pero la casa de ladrillos no se derrumbó.
El lobo, cansado y frustrado, se fue gruñendo al bosque.
Los tres cerditos aprendieron una valiosa lección ese día: el trabajo duro y la responsabilidad siempre son recompensados.
Y así, vivieron felices para siempre en la casa de ladrillos de Puerquito Pedro.