En un pequeño pueblo, vivía una niña llamada Julieta.
Julieta tenía 9 años y siempre había deseado tener una mascota.
Un día, mientras paseaba por el parque, vio a una conejita marrón y blanca que estaba perdida y asustada.
Julieta se acercó con cuidado y la conejita se dejó coger.
Julieta supo en ese momento que tenía que adoptarla.
Llamó a la conejita Renata y la llevó a casa.
Renata era una conejita muy dulce y cariñosa.
Le encantaba saltar y correr por la casa, y Julieta disfrutaba mucho jugando con ella.
Julieta le dio a Renata una zanahoria y un poco de heno, y la conejita se los comió con gusto.
Renata también tenía una casita con una cama cómoda, donde podía dormir y sentirse segura.
Julieta y Renata se hicieron muy amigas.
Julieta le contaba a Renata todos sus secretos y Renata la escuchaba atentamente.
Julieta también le enseñó a Renata algunos trucos, como saltar a través de un aro y dar la vuelta.
Renata era una conejita muy inteligente y aprendió los trucos rápidamente.
Un día, Julieta y Renata estaban jugando en el parque cuando un grupo de niños comenzó a burlarse de Renata.
Los niños decían que era fea y que no era una buena mascota.
Julieta se enfadó mucho y defendió a Renata.
Les dijo a los niños que Renata era su mejor amiga y que no permitiría que nadie le hiciera daño.
Los niños se avergonzaron y se fueron.
Julieta y Renata siguieron siendo amigas durante muchos años.
Julieta cuidó mucho de Renata y Renata siempre estuvo ahí para Julieta.
Eran el mejor equipo y se querían mucho.