En un reino imaginario de colores vibrantes y risas cristalinas, vivía la Princesa Trini. Tenía cinco años y un cabello castaño que le llegaba hasta la cintura, unos ojos grandes y curiosos de color avellana y siempre vestía un vestido rosa con detalles azules, adornado con flores bordadas. A Trini le encantaba leer cuentos de hadas, jugar con sus muñecas, pintar paisajes imaginarios, cocinar galletas con su abuela y, sobre todo, tomar helado de fresa. Lo que menos le gustaba era ordenar sus juguetes, hacer educación física y, ¡horror!, el helado de pistacho.
Su lugar favorito en todo el mundo era su pieza. Allí, su camita estaba decorada con una guirnalda de flores y una falda de tela suave que caía hasta el suelo. Tenía un gato colorado llamado Waffles, su mejor amigo y compañero de aventuras.
Trini soñaba con tener poderes mágicos. Deseaba controlar el viento para hacer volar cometas gigantes, crear hielo para patinar en verano, hacer crecer árboles llenos de frutas deliciosas, volar como un pájaro y, ¡lo más importante!, gobernar todos los pueblos con justicia y amor.
Una tarde, mientras leía su cuento favorito, "La Bella y la Bestia", Trini suspiró. Le encantaba cómo el hechizo se rompía cuando caía el último pétalo de rosa. De repente, sintió un cosquilleo en la nariz. Un viento suave la envolvió y, al abrir los ojos, se encontró sentada sobre un caballito de madera… ¡que hablaba!
"¡Hola, Princesa Trini!", dijo el caballito con una voz melodiosa. "Soy Encantador, tu amigo mágico. ¿Lista para una aventura?"
Trini, con el corazón latiendo a mil por hora, asintió emocionada. Encantador se elevó en el aire y, juntos, salieron volando por la ventana de su pieza.
"¿A dónde vamos?", preguntó Trini, aferrándose a las crines de Encantador.
"Te llevaré a un viaje a través del tiempo", respondió Encantador. "Visitaremos el pasado, el presente y el futuro. Pero recuerda, Trini, el mejor momento es siempre el presente".
Primero, Encantador la llevó al pasado, justo al día de su nacimiento. Trini vio a sus padres jóvenes, llenos de alegría al sostenerla en sus brazos por primera vez. Luego, viajaron al futuro, donde se vio a sí misma como una joven reina, gobernando con sabiduría y rodeada de personas felices.
Pero el viaje no fue solo diversión. En el futuro, Trini descubrió un problema: su hermoso castillo rosa y azul estaba en peligro. Un monstruo de la oscuridad, alimentado por el miedo y la soledad, amenazaba con destruirlo todo. A Trini le dio mucho miedo, pero Encantador le recordó que el miedo es como una araña, da mucho susto, pero no es tan grande como parece.
"Debes usar tus poderes, Trini", dijo Encantador. "Controla el viento, crea hielo, haz crecer árboles. ¡Y no olvides el poder del amor y la amistad!"
Regresaron al presente, a su pieza llena de juguetes y colores. Trini se sentía diferente. Ya no era solo una princesa que jugaba y comía helado. Ahora sabía que tenía un propósito: proteger su reino y a su gente.
Trini, con la ayuda de Encantador y Waffles, comenzó a practicar sus poderes. Aprendió a controlar el viento para apagar incendios, a crear hielo para refrescar a los aldeanos en el verano, y a hacer crecer árboles para alimentar a los animales.
Cuando el monstruo de la oscuridad atacó el castillo, Trini no se asustó. Usó sus poderes con valentía e inteligencia. Creó un escudo de viento para proteger el castillo, lanzó bolas de hielo para debilitar al monstruo y, finalmente, plantó un árbol gigante que floreció con flores de luz, llenando el reino de esperanza. El monstruo, al no soportar la luz, se desvaneció en la nada.
Trini se convirtió en una gran reina, amada y respetada por todos. Pero nunca olvidó su viaje a través del tiempo ni las palabras de Encantador: "El mejor momento es el presente". Disfrutaba cada día, pintando, jugando, leyendo y, por supuesto, comiendo helado de fresa (nunca de pistacho).
Y así, la Princesa Trini, que una vez temió a la oscuridad, se convirtió en la luz que iluminó su reino, demostrando que incluso una niña de cinco años puede cambiar el mundo, si cree en sí misma y en el poder del amor y la amistad. Trini aprendió que el mejor momento es el presente y hay que disfrutarlo y aprovecharlo.