En un brillante y soleado día, dos amigos, Sofía y Mateo, se dirigieron al parque cercano para divertirse.
El parque estaba lleno de vida, con niños corriendo, pájaros cantando y el aroma de las flores en el aire.
Sofía y Mateo se deslizaron por el tobogán una y otra vez, riendo y gritando de alegría.
Luego, se balancearon en los columpios, sintiendo el viento en sus cabellos.
Cerca de allí, un grupo de niños jugaba al escondite.
Sofía y Mateo se unieron al juego, escondiéndose detrás de los árboles y debajo de los arbustos.
Se divirtieron mucho persiguiéndose unos a otros.
Mientras jugaban, notaron un pequeño gatito atrapado en un árbol.
El gatito maullaba tristemente, asustado y sin poder bajar.
Sofía y Mateo corrieron a buscar ayuda.
Encontraron a un amable jardinero que tenía una escalera.
El jardinero subió al árbol y rescató al gatito.
El gatito estaba tan agradecido que ronroneó y se acurrucó en los brazos de Sofía.
Sofía y Mateo pasaron el resto del día jugando en el parque, felices y contentos.
Al atardecer, era hora de irse a casa.
Se despidieron del parque y prometieron volver pronto.
Mientras caminaban a casa, Sofía y Mateo hablaron sobre lo maravilloso que había sido el día.
Habían hecho nuevos amigos, se habían divertido mucho y habían ayudado a un animal necesitado.
Fue un día de sol en el parque que nunca olvidarían.