Sueño de Gol
Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, un niño llamado Mateo. Desde muy chico, Mateo tenía un sueño: quería ser el mejor futbolista del mundo.
Pasaba horas y horas practicando en la plaza del pueblo, con su viejo balón gastado y sus zapatillas rotas. A pesar de las dificultades que enfrentaba, nunca se dio por vencido. Un día, mientras entrenaba solo en la plaza, escuchó a lo lejos unas risas burlonas.
Eran tres chicos de su edad que se acercaron para molestarlo. - ¿Qué hace este perdedor intentando jugar al fútbol? ¡Ni siquiera tiene zapatos decentes! -se burlaron los chicos.
Mateo sintió un nudo en la garganta, pero decidió no prestarles atención y siguió pateando el balón con más fuerza que nunca. Los chicos se cansaron de molestarlo y se fueron riendo a carcajadas. Los días pasaban y Mateo seguía dedicándose por completo a su entrenamiento.
Su esfuerzo dio frutos cuando lo seleccionaron para formar parte del equipo de fútbol de la escuela. Estaba emocionado y decidido a demostrar todo su potencial en cada partido.
Llegó el día del campeonato intercolegial y el equipo de Mateo llegó a la final contra el mejor equipo de la región. El partido estaba empatado 2-2 y quedaban solo unos minutos para el final.
Mateo tenía una oportunidad única: un tiro libre directo justo en la entrada del área rival. Respiró hondo, recordando todas las horas de sacrificio y dedicación que había puesto en su sueño.
Se concentró, miró a través de los arcos improvisados con mochilas como travesaños, tomó distancia y pateó con toda la fuerza que tenía en su pierna derecha. El balón salió disparado como un rayo hacia el ángulo superior derecho del arco rival, dejando sin reacción al arquero contrario.
¡Golazo! El estadio improvisado estalló en gritos y aplausos mientras los compañeros de Mateo corrían a abrazarlo. Ese gol no solo les dio el campeonato intercolegial, sino que también atrajo la atención de un ojeador local del club más importante del país.
Fue así como Mateo cumplió su sueño: se convirtió en jugador profesional de fútbol gracias a su esfuerzo, perseverancia y valentía para seguir adelante a pesar de las adversidades.
Desde ese día, Mateo inspira a niños y niñas de todo el país a perseguir sus sueños con pasión y determinación, recordándoles siempre que no importa cuántas veces te derriben; lo importante es levantarse una vez más con la frente en alto y seguir luchando por aquello que amas.
FIN.