Sueños de Bondad


Había una vez en Venezuela un chico llamado Abraham. Vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y siempre soñaba con ayudar a los demás.

A pesar de tener pocos recursos, su corazón estaba lleno de bondad y ganas de hacer el bien. Un día, mientras caminaba por el mercado del pueblo, Abraham encontró un viejo libro sobre trabajadores sociales en Estados Unidos.

Sus ojos se iluminaron al leer todas las historias de personas que dedicaban su vida a ayudar a los demás. Desde ese momento, supo que quería ser uno de ellos. Abraham decidió buscar la forma de cumplir su sueño y viajar a Estados Unidos para estudiar y convertirse en trabajador social.

Pero sabía que no sería fácil; tendría que enfrentar muchos desafíos. Se acercó al profesor Rafael, el maestro más sabio del pueblo, y le contó sobre su sueño.

El profesor lo escuchó atentamente y le dijo: "Abraham, si realmente quieres lograrlo, debes trabajar duro y nunca rendirte". Con esa motivación en mente, Abraham comenzó a ahorrar cada centavo que podía encontrar.

Vendió limonadas caseras en la plaza del pueblo e incluso ayudaba a sus vecinos con pequeñas tareas para conseguir dinero extra. Pasaron meses y finalmente Abraham logró reunir el dinero suficiente para comprar un boleto de avión hacia Estados Unidos.

Con lágrimas en los ojos se despidió de su familia y amigos, prometiéndoles que volvería algún día como un verdadero héroe. Al llegar a Estados Unidos, Abraham tuvo muchas dificultades para adaptarse al nuevo idioma y a la cultura. Pero no se rindió.

Se inscribió en un curso intensivo de inglés y se esforzó al máximo para aprender lo más rápido posible. Un día, mientras caminaba por las calles de Nueva York, Abraham escuchó a una señora llorando desconsoladamente en un parque. Se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba.

La señora le contó que había perdido su trabajo y no sabía cómo mantener a su familia. Abraham recordó todas las historias del libro que había encontrado en Venezuela y supo exactamente qué hacer.

Le ofreció ayuda a la señora, buscando recursos comunitarios y programas de asistencia social que pudieran ayudarla en ese momento difícil. La señora quedó impresionada por la amabilidad y el conocimiento de Abraham.

Le dijo: "Eres un verdadero ángel guardián, gracias por estar aquí cuando más te necesitaba". A partir de ese día, Abraham encontró su propósito en la vida. Ayudar a los demás se convirtió en su misión diaria.

Estudió arduamente para obtener una beca universitaria y finalmente se graduó como trabajador social. Regresó a Venezuela convertido en un héroe local y abrió una organización sin fines de lucro para ayudar a niños y familias necesitadas en su pueblo natal.

La historia de Abraham inspira a muchos jóvenes venezolanos que sueñan con un futuro mejor. Les enseña que no importa cuáles sean sus circunstancias o cuántos obstáculos enfrenten; si tienen determinación, perseverancia y bondad en sus corazones, pueden lograr cualquier cosa.

Y así, Abraham demostró que el verdadero poder está en ayudar a los demás y que no importa de dónde vengas, sino hacia dónde vas.

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