Sueños en el Árbol Mágico
Había una vez, en la hermosa ciudad de Tandil, una mamá llamada Micaela. Era una mujer muy guapa, de pelo morocho y siempre tenía una sonrisa en su rostro. Micaela tenía dos hijas encantadoras: Lucía y Eloisa.
Lucía era la mayor, tenía ocho años y era muy curiosa. Siempre quería saber cómo funcionaban las cosas y le encantaba explorar el mundo que la rodeaba. Por otro lado, Eloisa era más tranquila y soñadora.
Tenía seis años y le gustaba pasar horas dibujando en su cuaderno de colores. La familia vivía en una casa acogedora con un gran jardín donde Polak y Nova, sus dos perros juguetones, corrían sin parar.
Los perros eran parte fundamental de la familia y siempre estaban dispuestos a acompañar a las niñas en todas sus aventuras.
Un día soleado, mientras Micaela preparaba el desayuno, Lucía se acercó a ella con una idea emocionante:"¡Mamá! ¡Quiero ser astronauta cuando sea grande!"- exclamó Lucía con entusiasmo. Micaela sonrió y respondió: "Eso suena maravilloso, mi pequeña astronauta. Pero recuerda que para lograrlo debes estudiar mucho y trabajar duro".
Lucía asintió emocionada mientras Eloisa se sumó a la conversación:"Yo quiero ser pintora mamá", dijo Eloisa tímidamente. "¡Claro que sí! Serás una artista increíble", respondió Micaela alentándola. A partir de ese día, las niñas comenzaron a explorar diferentes actividades para desarrollar sus sueños.
Lucía se unió a un grupo de ciencia en la escuela, mientras Eloisa asistía a clases de arte los fines de semana. Con el tiempo, las niñas descubrieron que no todo era fácil.
Lucía enfrentó desafíos en sus estudios y a veces se sentía abrumada por la cantidad de información que debía aprender. Por otro lado, Eloisa luchaba con su confianza y muchas veces dudaba si realmente podría convertirse en una gran pintora.
Micaela siempre estuvo allí para apoyarlas y recordarles que los sueños no se logran sin esfuerzo. Les enseñó que cada obstáculo era una oportunidad para crecer y aprender algo nuevo. Un día, mientras paseaban por el parque con Polak y Nova, las niñas encontraron un árbol muy especial.
Tenía hojas multicolores y parecía brillar bajo el sol. "¡Miren qué árbol más hermoso!"- exclamó Eloisa emocionada. Lucía miró detenidamente las hojas del árbol y notó algo diferente en ellas. Cada hoja tenía escrita una palabra: —"perseverancia" , —"creatividad" , "valentía".
"Creo que este árbol nos está enviando un mensaje", dijo Lucía pensativa. Las niñas se acercaron al árbol y tocaron sus hojas mágicas. En ese momento, sintieron una energía especial recorrer sus cuerpos.
Sabían que ese era el empujón que necesitaban para seguir adelante con sus sueños. A partir de ese día, Lucía estudió con más dedicación y superó todos los obstáculos que se le presentaron. Eloisa confió en su talento y comenzó a pintar con pasión, dejando volar su imaginación.
El tiempo pasó rápidamente y las niñas crecieron. Lucía se convirtió en una exitosa astronauta, viajando por el espacio y explorando nuevos planetas.
Eloisa se destacó como una reconocida pintora, sus cuadros llenaban de colores la vida de muchas personas. Micaela estaba muy orgullosa de sus hijas y siempre recordaba aquel árbol mágico que les dio fuerzas para seguir adelante.
Aunque cada uno tenía un camino diferente, habían aprendido que los sueños solo se hacen realidad si uno cree en sí mismo y lucha por ellos.
Y así, la familia siguió viviendo en Tandil, disfrutando de cada día junto a Polak y Nova, recordando siempre que los sueños pueden convertirse en realidad si tienes fe en ti mismo.
FIN.