Sueños en el Desierto



En la ranchería wayuu vivía Tito, un joven curioso y soñador que todos los días se levantaba con el primer canto de los pájaros.

Con su mochila al hombro y sus zapatos gastados, emprendía el largo camino hacia la escuela. El sendero estaba lleno de desafíos: las espinas de los cactus amenazaban con pinchar sus pies descalzos, y la ardiente arena dificultaba cada paso. Pero Tito no se detenía, porque sabía que su destino valía la pena.

Un día, mientras caminaba entre las dunas doradas, vio a lo lejos una silueta majestuosa. Se acercó cauteloso y descubrió a un hermoso zorro del desierto. Sus ojos brillaban como dos estrellas en la noche.

"Hola, amigo zorro", saludó Tito con una sonrisa tímida.

El zorro se acercó a él con curiosidad y le dijo: "¿A dónde te diriges con tanta determinación, joven viajero?"Tito le contó sobre su sueño de aprender cosas nuevas en la escuela para ayudar a su comunidad en el futuro. El zorro asintió sabiamente y le dijo: "Sigue adelante, tu perseverancia te llevará lejos". Animado por las palabras del zorro, Tito continuó su camino con renovada energía.

Poco después, divisó a lo lejos una águila real que volaba majestuosamente en círculos en el cielo azul. "¡Qué hermosa eres!", exclamó Tito maravillado. El águila descendió grácilmente hasta posarse en una rama cercana.

"Joven soñador", dijo con voz melodiosa, "no temas alcanzar las alturas más altas. Tu espíritu libre te guiará hacia tus metas". Con el corazón rebosante de gratitud, Tito siguió avanzando entre los obstáculos del desierto.

Cada encuentro lo motivaba aún más para enfrentar los desafíos que se presentaban en su camino. Finalmente, después de muchas aventuras y aprendizajes, llegó a la escuela donde fue recibido por maestros cariñosos y compañeros ansiosos por compartir conocimientos.

Tito nunca olvidaría a sus amigos del desierto: el sabio zorro y el noble águila que lo inspiraron a seguir adelante incluso cuando todo parecía difícil. Y así cumplió sus sueños gracias al valor y la determinación que lo guiaron cada día hasta alcanzarlos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!