Sueños en Lila
Había una vez en un pequeño pueblo, una mujer llamada Anaida que trabajaba como costurera en su humilde casa.
Anaida era una persona alegre y trabajadora, pero siempre había soñado con remodelar su cuarto y pintarlo de un color lila clarito, su color favorito. Una mañana soleada, mientras Anaida preparaba la tela para comenzar a coser, se detuvo por un momento y miró a su alrededor. Su habitación estaba llena de telas y máquinas de coser antiguas.
Pensó en lo bonito que sería tener un espacio renovado donde pudiera trabajar más cómoda y feliz. "¡Ay qué lindo sería poder pintar mi cuarto de ese color lila que tanto me gusta!", suspiró Anaida para sí misma.
En ese momento, entró Roberto, el esposo de Anaida. Roberto era ingeniero y siempre estaba buscando maneras de hacer felices a las personas que amaba.
Al ver la expresión pensativa en el rostro de Anaida, supo al instante lo que ella estaba pensando. "¿Qué te pasa, mi amor? Pareces estar soñando despierta", dijo Roberto con una sonrisa. Anaida le contó a Roberto sobre su deseo de remodelar su cuarto y pintarlo de lila clarito.
Roberto escuchó atentamente y sin decir nada más, asintió con determinación. Los días pasaron y Anaida continuó con su rutina diaria de costura.
Pero cada vez que salía del cuarto para atender otros quehaceres domésticos, podía escuchar ruidos extraños provenientes del interior. Un día, cuando finalmente pudo entrar a su cuarto, no podía creer lo que veían sus ojos.
Las paredes estaban recién pintadas en un hermoso tono lila clarito, las cortinas nuevas ondeaban con gracia en la ventana y el piso relucía como nunca antes lo había hecho. "¡Roberto! ¡Esto es increíble! ¿Fuiste tú quien hizo todo esto?", exclamó Anaida emocionada hasta las lágrimas. "Sí, mi amor.
Quería cumplir tu sueño y hacerte feliz", respondió Roberto con una amplia sonrisa en el rostro. Anaida abrazó fuertemente a Roberto sintiendo una enorme gratitud en su corazón. Nunca habría imaginado que su sueño se haría realidad tan pronto gracias al amoroso gesto de su esposo.
Desde ese día, el cuarto de Anaida se convirtió en su lugar favorito para trabajar e inspirarse.
Cada puntada que daba en sus creaciones llevaba consigo el amor y la gratitud por tener un espacio tan especial gracias al cariño incondicional de Roberto. Y así, juntos demostraron que los sueños pueden hacerse realidad cuando se comparten con quienes amamos y estamos dispuestos a hacer todo lo posible por ver felices a quienes están cerca nuestro.
FIN.