Súper Aritz y el sonido mágico


Había una vez un niño llamado Aritz, que vivía en un pequeño pueblo. Aritz era muy travieso y le encantaba correr por todos lados. Sin embargo, había algo que lo entristecía: le costaba mucho decir el sonido S.

Aritz se daba cuenta de que hablaba diferente a sus compañeros de clase, y eso le hacía sentirse un poco excluido.

Un día, mientras jugaba en el parque, notó a un grupo de niños riéndose y señalándolo cuando intentaba hablar. Triste y desanimado, Aritz decidió buscar ayuda para poder hablar como los demás niños. Fue a ver a la maestra de su escuela, la Señorita Ana.

"Señorita Ana", dijo Aritz con timidez, "me cuesta mucho decir el sonido S y los demás niños se ríen de mí. "La Señorita Ana miró a Aritz con ternura y le dijo:"Aritz, no te preocupes. Todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales.

Voy a ayudarte a practicar el sonido S para que puedas hablar sin dificultad". La maestra preparó juegos divertidos para ayudar a Aritz a pronunciar correctamente el sonido S.

Juntos jugaron al juego del teléfono descompuesto, donde cada niño debía repetir una palabra con ese sonido antes de pasársela al siguiente. Poco a poco, gracias a la dedicación de la Señorita Ana y las ganas de aprender de Aritz, comenzaron a notarse mejoras en su pronunciación.

Los demás niños también empezaron a apoyarlo y dejar de burlarse, comprendiendo que hablar diferente no era motivo de risa. Un día, la Señorita Ana tuvo una idea maravillosa. Organizó un concurso de carrera en el colegio y le propuso a Aritz ser el abanderado.

Aritz estaba emocionado por la oportunidad, pero también un poco nervioso. El día del concurso llegó y todos los niños estaban muy emocionados.

La Señorita Ana les explicó que el objetivo no solo era correr rápido, sino también animar y apoyar a sus compañeros. Cuando sonó la señal de inicio, Aritz salió corriendo con todas sus fuerzas llevando orgullosamente la bandera del colegio. Los demás niños lo alentaron y aplaudieron mientras avanzaba por la pista.

A mitad de camino, Aritz tropezó y cayó al suelo. Todos se preocuparon por él, pero en lugar de quedarse ahí lamentándose, se levantó rápidamente y continuó corriendo con más determinación que nunca.

Al finalizar la carrera, los demás niños rodearon a Aritz para felicitarlo por su esfuerzo y valentía.

La Señorita Ana estaba muy orgullosa de él y le dijo:"Aritz, hoy has demostrado que no importa cómo hables o si te caes en el camino; lo importante es nunca rendirse y seguir adelante". Desde ese día, Aritz siguió practicando el sonido S hasta perfeccionarlo por completo. Pero lo más importante fue que aprendió a aceptarse tal como era y a valorar su propio esfuerzo.

Y así, gracias al apoyo de sus compañeros y la dulce guía de la Señorita Ana, Aritz descubrió que ser diferente era algo maravilloso y que siempre había alguien dispuesto a ayudarlo en su camino hacia el éxito.

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