Superando miedos y haciendo amigos



Había una vez un niño llamado Juanito que estaba a punto de comenzar su primer día de escuela. Estaba muy emocionado por aprender cosas nuevas y hacer amigos, pero al mismo tiempo, se sentía un poco nervioso.

La noche anterior, Juanito no pudo dormir pensando en cómo sería su primer día. Se imaginaba a sí mismo perdido en un mar de niños desconocidos y sin saber qué hacer.

Aunque sus padres le aseguraron que todo estaría bien, el miedo seguía presente. Al llegar la mañana del gran día, los padres de Juanito lo llevaron hasta la puerta de la escuela.

Mientras caminaban hacia el edificio escolar, Juanito apretó fuertemente la mano de su mamá y miró a su papá con ojos llenos de dudas. "¿Y si me pierdo?", preguntó Juanito temeroso. "No te preocupes, hijo", respondió su papá tranquilamente.

"Tienes muchas personas aquí para ayudarte: tus maestras, los otros alumnos e incluso nosotros estaremos cerca si nos necesitas". Juanito respiró hondo y decidió confiar en las palabras reconfortantes de sus padres. Al entrar al salón de clases, vio muchos niños jugando y riendo juntos.

La maestra les dio una cálida bienvenida y les presentó a todos los compañeros nuevos. En ese momento, una niña llamada Ana se acercó a Juanito con una sonrisa amigable en su rostro. "¡Hola! Soy Ana", dijo ella entusiasmada.

"¿Quieres ser mi amigo?"Juanito sintió como si un peso enorme se hubiera levantado de sus hombros. Sonrió y extendió su mano hacia Ana.

"¡Claro! Me llamo Juanito, ¿y tú qué sabes hacer?"Ana se rió y respondió: "¡Puedo hacer malabares con tres pelotas! ¿Quieres que te enseñe?"Juanito asintió emocionado y los dos se unieron a otros niños que también estaban aprendiendo a hacer malabares. A medida que pasaba el día, Juanito se dio cuenta de que la escuela no era tan aterradora como pensaba.

Esa tarde, cuando sus padres vinieron a reagarrarlo, Juanito les mostró orgulloso las habilidades de malabarismo que había aprendido. "¡Mamá, papá! Miren lo que puedo hacer", exclamó mientras lanzaba las pelotas al aire.

Sus padres aplaudieron emocionados y le dijeron lo orgullosos que estaban de él. Juanito sintió una sensación de logro y felicidad en su corazón. Se dio cuenta de que enfrentar sus miedos había valido la pena.

A partir de ese día, Juanito fue a la escuela con entusiasmo todos los días. Hizo muchos amigos nuevos y descubrió talentos ocultos en sí mismo. Cada vez más confiado, ayudaba a otros niños cuando se sentían nerviosos o perdidos.

Y así, gracias a su valentía y amabilidad, Juanito se convirtió en uno de los alumnos más queridos de la escuela. Siempre recordaría aquel primer día lleno de miedos pero también lleno de oportunidades para crecer y aprender.

FIN.

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