Susy, la perra y la niña con el gran corazón
En una perrera llena de ladridos y colas moviéndose, había una perra rubia llamada Susy. Ella había estado allí por un tiempo, esperando a que alguien la adopte. Susy era muy amable y juguetona, pero a veces se sentía un poco sola.
Un día soleado, una familia llegó a la perrera. Eran cuatro personas: papá, mamá y dos niños, una niña llamada Olivia que tenía el pelo marrón y un hermano pequeño. Olivia se acercó a la jaula de Susy y la miró con ojos curiosos.
- ¡Hola, perrita! - dijo Olivia con una sonrisa. - ¿Cómo te llamas?
Susy movió la cola emocionada, como si entendiera cada palabra. Su corazón latía rápido mientras escuchaba a Olivia.
- ¡Miren! ¡Ella se llama Susy! - exclamó Olivia, girándose hacia su familia. - ¡La quiero!
La mamá de Olivia sonrió y le preguntó:
- ¿Estás segura, Olivia? – a lo que la niña respondió con firmeza.
- ¡Sí! Susy parece muy dulce.
Después de un breve diálogo, la familia decidió adoptar a Susy.
Cuando llegaron a su nuevo hogar, Susy exploró cada rincón con su nueva amiga Olivia a su lado.
- ¡Mirá, Susy! ¡Este es tu nuevo jardín! - dijo Olivia mientras corría con Susy detrás de ella.
Pero no todo fue fácil. Al principio, Susy se asustaba con algunos ruidos como el timbre de la puerta o el sonido del aspirador.
- No temas, Susy. Estoy aquí contigo - la tranquilizaba Olivia, abrazando a la perra cada vez que se ponía nerviosa.
Con el paso de los días, Susy comenzó a adaptarse y a entender que estaba en un lugar seguro. A menudo, pasaban horas juntas jugando al aire libre o acurrucadas en el sofá.
Un día, mientras jugaban en el parque, Olivia notó algo extraño en la actitud de Susy. Se quedó quieta mirando a un grupo de niños que jugaban al fútbol.
- ¿Qué te pasa, Susy? - preguntó Olivia mientras acariciaba su cabeza.
De repente, un niño que estaba jugando se cayó y empezó a llorar. Susy, al escuchar el lamento, corrió hacia el niño y le lamió las manos, como si dijera "estoy aquí".
- ¡Mirá! Susy está ayudando - dijo Olivia emocionada.
Gracias a la ternura de Susy, el niño dejó de llorar y comenzó a reírse. Todos los niños del parque se acercaron, fascinados.
- ¡Es una perra mágica! - dijo uno de ellos.
Olivia se sonrojó de felicidad por lo que su perra había hecho. Desde ese día, Susy se convirtió en la estrella del parque. Los niños siempre querían jugar con ella y Olivia se sintió orgullosa de tener una amiga tan especial.
Pero la historia no terminó ahí. Un día, mientras caminaban por el parque, Susy y Olivia se encontraron con un perro callejero que parecía triste y sucio.
- Mira, Susy, este perro necesita ayuda - dijo Olivia.
Susy se acercó con cuidado y movió su cola, como para invitar al perro a jugar.
- ¡Debemos llevarlo a casa! - insistió Olivia.
Después de hablar con sus padres, la familia decidió adoptar al perro callejero también. Lo llamaron Max, y al principio, Max era un poco tímido, pero poco a poco se unió al juego.
- Ahora somos una gran familia – dijo Olivia con alegría mientras Susy y Max jugaban juntos.
Desde aquel día, Susy y Max compartieron su vida con Olivia y su familia, ayudándose mutuamente y haciendo que el hogar estuviera lleno de risas, juegos y mucho amor.
Olivia aprendió que ayudar a quienes lo necesitan es fundamental, y que siempre hay espacio para más amor en nuestros corazones y hogares.
Y así, Susy y Max vivieron felices junto a Olivia, en un hogar donde nunca faltaron el cariño y la amistad.
FIN.