Taliana la Bruja Malvada



En un pequeño pueblo rodeado de montañas llenas de árboles verdes y flores coloridas, vivía una bruja llamada Taliana. Pero no era una bruja cualquiera, sino que tenía una fama aterradora. Todos la llamaban Taliana la Bruja Malvada, y los niños se asustaban al escuchar su nombre.

Taliana, sin embargo, no era malvada en el fondo de su corazón. Solo necesitaba aprender a usar su magia de una manera diferente. Cada mañana, ella salía de su cabaña con su sombrero puntiagudo y su escoba de madera, y se dedicaba a hacer hechizos que, de alguna manera, siempre terminaban causando problemas.

Un día, mientras Taliana intentaba hacer volar a su gato, Gatofer, el hechizo salió mal y en vez de levantarlo, ¡lo convirtió en un pez! Taliana, desesperada, gritó:

"¡No, Gatofer! ¡Volvé!"

El pez saltó del suelo y Taliana, sin poder hacer nada, corrió al río donde Gatofer solía jugar.

Cuando llegó, vio a un grupo de niños alrededor del río. Miraron al pez y se pusieron a reír:

"¡Mirá, un pez que habla! ¿A quién se le ocurre?"

Taliana, avergonzada, se acercó y les dijo:

"No es un pez, es mi gato, Gatofer!"

Los niños dejaron de reír y miraron a Taliana con curiosidad. Uno de ellos, un niño llamado Mateo, se animó a preguntar:

"¿Podés transformarlo de nuevo?"

Taliana se sintió angustiada y respondió:

"No sé si puedo, mis hechizos nunca salen bien. Soy la bruja malvada."

Mateo no se dio por vencido:

"Pero seguro que esto es solo un pequeño tropiezo. ¿Por qué no intentás algo diferente?"

Taliana reflexionó sobre el consejo de Mateo. Recordó que a veces, los hechizos salían bien cuando ella se enfocaba en lo positivo y usaba su magia para ayudar a los demás.

"Tenés razón, Mateo. A veces, solo necesito pensar un poco más, salir de mi zona de confort y ver las cosas de otra manera."

Inspirada, Taliana se concentró y comenzó a murmurar un nuevo hechizo, esta vez recordando todos los buenos momentos que había pasado con su gato. Con un destello de luz, Gatofer fue transformado nuevamente en su forma felina, con su suave pelaje y brillantes ojos verdes.

Los niños aplaudieron emocionados:

"¡Lo lograste, Taliana! ¡Eres increíble!"

Taliana, con una sonrisa nerviosa, se sintió feliz por primera vez. En vez de asustarse, los niños comenzaron a acercarse a ella:

"Tal vez no seas tan mala, Taliana. A veces solo hay que intentarlo de nuevo."

Desde ese día, Taliana decidió usar su magia para ayudar a los demás. Se convirtió en una bruja que ayudaba al pueblo con pequeños trucos mágicos. Hizo que crecieran flores en el jardín de la alcaldesa, iluminó las casas durante las noches oscuras y hasta creó caramelos que nunca se acababan.

Los niños veían a Taliana de otra forma y empezaron a disfrutar de su compañía. Un día, uno de ellos le preguntó:

"¿Podemos ser amigos?"

Taliana, emocionada, respondió:

"¡Sí! Sería genial tener amigos. Tal vez no sea tan malvada después de todo."

Así, Taliana dejó de ser solo “la bruja malvada”. Con su magia, aprendió que lo importante no es cómo te ven los demás, sino cómo decides usar tus habilidades para el bien. Y cada vez que veía a los niños jugar, una gran sonrisa se dibujaba en su rostro.

Y así, Taliana, con su nuevo enfoque y amor por su comunidad, vivió feliz en su cabaña, nunca más sola, siempre rodeada de amigos y risas.

FIN.

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