Tango Hearts



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos amigos muy especiales llamados Mateo y Sofía. Mateo era un niño alegre y curioso, mientras que Sofía era una niña tímida pero llena de talento para el baile.

Un día, mientras paseaban por la plaza del pueblo, escucharon música proveniente de una vieja casa abandonada. Curiosos, se acercaron sigilosamente y asomaron la cabeza por la ventana.

Allí vieron a una pareja de ancianos bailando tango con mucho amor y pasión. Fascinados por lo que veían, Mateo y Sofía decidieron aprender a bailar tango. Buscaron al viejo maestro de baile del pueblo, Don Carlos, quien había sido uno de los mejores bailarines en su juventud.

Don Carlos aceptó enseñarles pero les advirtió: "El tango no solo se trata de movimientos elegantes y precisos. También es necesario sentirlo en el corazón". Los niños asintieron emocionados y comenzaron las clases.

Durante semanas practicaron arduamente bajo la atenta mirada de Don Carlos. Aprendieron los pasos básicos del tango como el —"ochos"  y —"giros" , pero aún les faltaba algo importante: el abrazo en pareja. "¿Por qué tenemos que abrazarnos?", preguntó Mateo confundido.

"El abrazo en el tango es más que un simple gesto físico", respondió Don Carlos sonriendo. "Es la conexión entre dos personas que se entregan mutuamente al ritmo de la música".

Los niños entendieron lo que Don Carlos quería decir e intentaron abrazarse mientras bailaban. Al principio se sentían un poco incómodos, pero poco a poco fueron encontrando la manera de moverse juntos en armonía.

Un día, Don Carlos les dio una gran noticia: habría un concurso de tango en el pueblo y los niños tendrían la oportunidad de mostrar lo que habían aprendido. Mateo y Sofía estaban emocionados pero también nerviosos. "¿Crees que podemos ganar?", preguntó Sofía preocupada. "No importa si ganamos o no", respondió Mateo con confianza.

"Lo más importante es disfrutar del baile y compartirlo con los demás". Llegó el día del concurso y el salón estaba lleno de gente ansiosa por ver las actuaciones.

Cuando llegó su turno, Mateo y Sofía subieron al escenario con seguridad y comenzaron a bailar. Con cada paso, cada giro y cada abrazo, transmitían alegría y pasión por el tango. El público no podía apartar la vista de ellos, cautivados por su energía contagiosa.

Cuando terminaron su presentación, recibieron una ovación de pie. Aunque no ganaron el primer lugar, Mateo y Sofía se sintieron como verdaderos campeones porque sabían que habían dado lo mejor de sí mismos. Después del concurso, continuaron bailando tango juntos durante muchos años más.

Cada vez que danzaban al ritmo del bandoneón, recordaban las palabras sabias de Don Carlos: "El tango es mucho más que un baile; es una forma de expresión única que une corazones".

Y así fue como Mateo y Sofía demostraron al mundo entero que el tango no solo se baila con los pies, sino también con el corazón.

FIN.

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