Tango y sus amigos melódicos
En lo más profundo de la selva vivía un tigre llamado Tango, quien tenía una pasión muy especial: la música.
Todos los días, se sentaba en una roca y tocaba su guitarra con gran entusiasmo, mientras los pájaros cantaban a su alrededor y las hojas de los árboles bailaban al compás de su melodía. Un día, mientras Tango tocaba una canción alegre, escuchó un llanto proveniente del otro lado del río.
Sin dudarlo, cruzó el puente colgante que él mismo había construido y descubrió a un perezoso atrapado en lo alto de un árbol. "¡Ayuda! ¡No puedo bajar!" -gritaba el perezoso con lágrimas en los ojos.
Tango no lo pensó dos veces y escaló el árbol con habilidad hasta llegar donde estaba el perezoso. Con cuidado, lo ayudó a bajar sano y salvo. "¡Muchas gracias por salvarme! ¿Cómo puedo agradecértelo?" -dijo el perezoso emocionado. "No hay nada que agradecer.
La verdadera gratitud está en ayudar a quienes lo necesitan", respondió Tango con humildad. El perezoso se secó las lágrimas y sonrió. Juntos regresaron al lado del río, donde Tango retomó su guitarra y comenzó a tocar una melodía reconfortante para su nuevo amigo.
De repente, un rugido resonó en la selva. Era Leo, el león malhumorado que siempre buscaba problemas.
"¿Qué crees que estás haciendo aquí, tigre músico? Esta es mi selva y aquí solo yo tengo permitido hacer ruido", gruñó Leo acercándose amenazadoramente. Tango mantuvo la calma y respondió con valentía: "La música es para todos aquellos que deseen escucharla. No temas compartir tu voz también".
Leo quedó sorprendido por la respuesta del tigre y lentamente se fue acercando al grupo. Al escuchar la melodía de Tango, algo dentro de él cambió. Sus rugidos se convirtieron en cantos armoniosos que se mezclaron con la música del tigre y el perezoso.
Así pasaron horas compartiendo risas y notas musicales bajo la sombra de los árboles hasta que el sol comenzó a ponerse en el horizonte. "Gracias por enseñarme que la música puede unirnos más allá de nuestras diferencias", dijo Leo con sinceridad antes de despedirse.
Con una sonrisa en el rostro, Tango despidió a sus nuevos amigos sabiendo que las aventuras en la selva siempre traían consigo lecciones invaluables sobre amistad, solidaridad y respeto hacia los demás.
Y así siguió tocando su guitarra cada día, inspirando a todos aquellos animales que deseaban encontrar armonía en medio de la naturaleza salvaje.
FIN.