Tania y el Misterio de la Plaza



Era una hermosa mañana de primavera y Tania, una niña curiosa de diez años, decidió que era un buen día para pasear por la plaza del barrio. Se ajustó su gorra rosa, tomó su mochila y salió de casa con una gran sonrisa.

A medida que Tania caminaba, saludaba a los vecinos que encontraba en el camino. "¡Buen día, doña Rosa!"- decía con entusiasmo. "¡Buen día, Tania!"- respondía la señora, sonriendo.

Cuando llegó a la plaza, Tania notó algo peculiar. Había un grupo de niños alrededor de un árbol grande. Intrigada, se acercó a ver qué estaba sucediendo. La mayoría de los niños estaban hablando entre sí, señalando algo.

"¿Qué pasa?"- preguntó Tania.

"¡Mirá!"- dijo Lucas, uno de sus compañeros. "Hay un pájaro atrapado en una rama y no puede salir."-

Tania miró hacia arriba y vio al pequeño pajarito, revoloteando nerviosamente. "¡Pobrecito! Tenemos que ayudarlo!"- exclamó.

"¿Pero cómo?"- preguntó Sofi, mirando la altura del árbol con preocupación.

"Tal vez alguien pueda trepar el árbol y liberar al pajarito"- sugirió Tania.

Los niños miraban entre sí, pero nadie parecía muy animado a intentarlo. "No sé escalar bien"- dijo Diego.

Tania, sin embargo, no se iba a rendir tan fácil. "Si cada uno de nosotros hace algo, seguramente podremos ayudarlo!"- propuso.

Decidida, Tania pensó en un plan. "Yo puedo traer una caja, así el pájaro no se caerá al suelo cuando lo liberemos. Ustedes pueden hacer un cordón de seguridad con sus brazos, así si alguien lo suelta, no se lastima. ¿Qué piensan?"-

Los amigos se miraron y sonrieron. "¡Es una gran idea!"- exclamó Lucas.

Así que Tania corrió de regreso a su casa y rápidamente encontró una caja de cartón grande. Mientras tanto, los demás se alineaban debajo del árbol, formando un círculo con sus brazos extendidos. Cuando Tania volvió, colocaron la caja justo debajo del nido del pájaro.

"¡Ahora, yo voy a intentar subirme!"- dijo Tania, mirando hacia la rama donde estaba el pajarito.

Los niños la animaron con entusiasmo. "¡Vamos Tania, vos podés!"- gritaban todos.

Con cuidado, Tania empezó a trepar. No era fácil, pero se concentró en lo que debía hacer. Finalmente, logró alcanzar la rama donde estaba el pájaro. "No tengas miedo, amiguito"- le dijo con ternura. "Voy a ayudarte a salir de ahí"-.

Justo en ese momento, el pájaro, al sentirse menos asustado, se acercó a ella. Tania extendió su mano suavemente, y con un pequeño movimiento, logró liberar al pajarito.

"¡Lo logré!"- gritó Tania llena de alegría, mientras el pajarito volaba libre al cielo.

Todos los niños aplaudieron felices. "¡Eres una heroína!"- le dijo Sofi. "No, somos un equipo"- respondió Tania, sonriendo.

Después de ese momento, todos se sintieron muy bien. Tania les recordó que trabajar juntos es siempre mejor, ya que cada uno aporta algo especial al grupo.

A partir de ese día, cada vez que pasaban por la plaza, los niños miraban el árbol con cariño, recordando la aventura que tuvieron juntos y cómo ayudaron al pajarito. Tania había demostrado que la valentía y la colaboración son clave para resolver cualquier problema, y sobre todo que nunca hay que rendirse.

Y así, la plaza se convirtió en un lugar especial para Tania y sus amigos, un lugar donde aprendieron la importancia de la ayuda mutua y la amistad.

FIN.

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