Tara y el Desierto Amistoso
Érase una vez en un pequeño pueblo rodeado de un vasto desierto, una niña llamada Tara. Desde que era recién nacida, Tara había mostrado un amor especial por los animales. Sus papás, siempre atentos, la llenaban de mimos y le contaban historias sobre la vida salvaje.
A medida que pasaron los años, Tara creció entre risas y juegos, desarrollando una curiosidad infinita. A los cinco años, decidió que quería explorar el desierto que rodeaba su hogar.
"¡Mamá, papá!", gritó Tara un día. "Hoy voy a llevar agua a los cactuses. ¡Los pobrecitos deben tener sed!"
Su mamá sonrió y su papá le ayudó a llenar una pequeña mochila con botellas de agua. Mientras salía, le dijeron:
"Ten cuidado, Tara, y vuelve antes de que oscurezca."
Tara asintió con entusiasmo y se dirigió hacia el desierto, sintiendo la cálida brisa en su rostro. Cuando llegó, miró a su alrededor. Los cactuses se alzaban en todo su esplendor, algunos florecían con hermosas flores amarillas y rosas. Sin embargo, Tara no estaba segura de que todos estuvieran bien.
"No quiero que se mueran de sed", pensó.
Comenzó a rociar agua sobre los cactuses. Cada vez que le daba un poco de agua a uno, decía:
"¡Sigue creciendo, pequeño cactus!"
Sin embargo, mientras iba de cactus en cactus, notó que uno de ellos parecía tener dificultades. Tenía espinas largas y secas, y muchas de sus hojas estaban marchitas. Tara se acercó preocupada.
"¡Oh no! ¿Qué te pasa, amigo?", preguntó mientras miraba el cactus con atención.
No muy lejos, un pequeño erizo decidió salir de su escondite. Se acercó a Tara, curioso.
"¿Por qué estás cuidando a ese cactus?", preguntó el erizo.
Tara, sorprendida de que un animal le hablara, sonrió y respondió:
"¡Porque creo que necesita agua! No quiero que se muera."
El erizo se rió.
"No te preocupes, amiga. Los cactuses son fuertes. Pueden sobrevivir con muy poca agua. Pero te agradezco que intentes ayudar."
"¿En serio?", preguntó Tara, confundida.
El erizo continuó explicándole.
"Ellos están hechos para vivir en el desierto, así que solo necesitan agua de vez en cuando. Pero tú, como eres muy generosa, puedes seguir dándoles un poco de agua, solo que no son como los animales que necesitan agua todos los días."
Tara asintió, sintiéndose aliviada. Aunque los cactus eran diferentes, le gustaba ayudar. En ese momento, tuvo una idea.
"Voy a hacer un club para cuidar de los animales y plantas del desierto. Así, podemos asegurarnos de que todos estén bien. ¿Te gustaría unirte?"
"¡Claro!", exclamó el erizo emocionado.
Desde aquel día, Tara hizo del desierto su segundo hogar. Aprendió a cuidar no solo de los cactuses, sino también de los animales que allí vivían. Conoció a muchas criaturas nuevas: a una tortuga de caparazón brillante, una mariposa de colores vibrantes, y hasta un pequeño zorro que vino a jugar con ellos.
"¡Esto es increíble!", dijo Tara. "Juntos podemos hacer de este desierto un lugar más feliz para todos."
Un día, mientras estaba con su grupo, se organizó un pequeño evento: “La Fiesta del Desierto”. Todos estaban ansiosos por celebrar la vida y cuidar del entorno. Tara hizo invitaciones y todos los animales y plantas estaban listos para participar.
Durante la fiesta, decoraron el lugar con flores y globos de colores hechos de papel reciclado. Compartieron historias y risas, disfrutando de un hermoso día juntos. Para finalizar, Tara dijo:
"Hoy celebramos nuestra amistad y el hermoso desierto, ¡gracias a cada uno de ustedes por ser parte de mi vida!"
El desierto, que solía parecer un lugar solitario, se convirtió en un hogar lleno de vida y amistad. Gracias a la bondad de Tara y su amor por los animales, todos aprendieron a cuidar y apreciar aún más su entorno.
Y así, Tara siguió creciendo, llevando agua para los cactuses y disfrutando de la amistad de los que vivían allí, demostrando que la bondad y el cuidado pueden transformar cualquier lugar en un hogar. Y aunque pasaron los años, la pequeña niña del desierto nunca dejó de cuidar de sus amigos, convirtiéndose en una verdadera guardiana de la naturaleza.
Desde entonces, Tarita y su club crearon muchos espacios de vida en el desierto, demostrando que con amor y atención, siempre podemos hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.