Tarde de travesuras



Había una vez en una pequeña escuela de un pueblo llamado Villa Esperanza, dos niñas muy traviesas llamadas Lola y Martina. Ellas eran amigas inseparables y les encantaba jugar juntas en el recreo. Un día, su maestro, el Sr.

González, les dio una tarea muy importante para hacer en casa. Debían investigar sobre la historia del pueblo y escribir un pequeño ensayo al respecto.

Pero a Lola y Martina no les gustaba hacer tareas, preferían correr por el campo y jugar a las escondidas. "¡Martina, no quiero hacer esta tarea aburrida! ¿Y si mejor nos escapamos al bosque a buscar mariposas?" -propuso Lola con entusiasmo.

"¡Sííí! ¡Eso suena mucho más divertido que estar sentadas escribiendo todo el día!" -respondió Martina emocionada. Así que ese mismo día, después de la escuela, las dos niñas decidieron escaparse al bosque en busca de aventuras.

Corrieron entre los árboles, saltaron charcos de barro y se rieron sin parar. Estaban tan entretenidas explorando que perdieron la noción del tiempo. Cuando se dieron cuenta, ya era tarde y empezaba a oscurecer. Se miraron preocupadas y recordaron la tarea que tenían pendiente para el día siguiente.

"Oh no, seguro el Sr. González estará enojado porque no hicimos la tarea" -dijo Martina con tristeza. "Tienes razón Martina, tal vez deberíamos haber hecho caso desde un principio" -respondió Lola arrepentida. Decidieron regresar a la escuela lo más rápido posible.

Cuando llegaron allí, vieron al Sr. González esperándolas con una expresión seria en su rostro. "¿Dónde estaban ustedes chicas? Los he estado esperando para revisar sus tareas" -preguntó el maestro con tono serio.

Lola y Martina se miraron avergonzadas y le contaron la verdad sobre cómo habían preferido jugar en lugar de hacer la tarea asignada. El Sr.

González las escuchó atentamente y luego les dijo con calma: "Entiendo que prefieran jugar antes que hacer tareas aburridas, pero es importante cumplir con nuestras responsabilidades también. La educación es fundamental para su futuro". Las niñas asintieron con tristeza, sabiendo que habían cometido un error al no hacer caso a su maestro. Sin embargo, el Sr.

González decidió darles una segunda oportunidad. "Mañana traerán sus tareas hechas y prometen dedicarles tiempo adecuado a sus estudios ¿Está claro?" -dijo el maestro con firmeza pero también con bondad.

Lola y Martina asintieron emocionadas por tener otra oportunidad para demostrar que podían ser responsables también cuando se trataba de estudiar. Esa noche trabajaron juntas en su ensayo sobre la historia del pueblo hasta altas horas de la madrugada. Al día siguiente entregaron su trabajo al Sr.

González quien lo revisó detenidamente y quedó impresionado por el esfuerzo puesto por las niñas. Desde ese día en adelante, Lola y Martina aprendieron la importancia de ser responsables tanto en sus juegos como en sus estudios.

Y aunque seguían siendo tan traviesas como siempre, nunca más volvieron a dejar una tarea sin hacer.

FIN.

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