Te cuento cómo crear tu magia



En la selva de la gran sabana, vivían dos jirafas muy especiales. Beto, una jirafa pequeña y muy curioso, siempre miraba con admiración a su amiga Kay, que con su gran talento podía alcanzar las hojas más altas de los árboles. Aunque Beto no era tan alto, su entusiasmo y su deseo de aprender lo hacían único.

Un día, Beto se acercó a Kay mientras ella disfrutaba de unas hojas frescas.

"Kay, ¿cómo hacés para alcanzar esas hojas tan altas? Yo no puedo llegar ni a la mitad y eso me pone un poco triste" - le dijo Beto con un suspiro.

"¡No te preocupes, Beto! También hay muchas cosas que vos podés hacer. Cada uno tiene su propia magia" - le respondió Kay, con una sonrisa amistosa.

Beto se quedó pensando en lo que había dicho Kay. A la tarde, se encontró con su mamá, Jirafa Mamá, quien siempre tenía las palabras adecuadas para levantarle el ánimo.

"Mamá, ¿cómo puedo encontrar mi magia?" - preguntó Beto ansiosamente.

"Beto, cada uno brilla con su luz. A veces, la magia está en hacer algo que amamos. ¿Qué te gusta hacer?" - le preguntó Jirafa Mamá mientras lo abrazaba con cariño.

"Me gusta correr y explorar. Pero todos dicen que soy pequeño y no puedo hacer muchas cosas interesantes" - se quejó Beto, bajando la cabeza.

"La altura no define lo que podés lograr, hijo. A veces la perspectiva está en cómo mirás las cosas. ¡Salí y explorá!" - le aconsejó su madre.

Motivado por las palabras de su mamá, Beto salió a explorar la selva. Allí conoció a Gory, un pequeño gorrión que volaba de un lado a otro.

"¡Hola! Soy Beto, la jirafa pequeña" - se presentó con entusiasmo.

"¡Hola, Beto! ¿Por qué tenés ese rostro triste?" - preguntó Gory, posándose en una rama.

"Quiero encontrar mi magia, pero creo que no tengo talento como Kay" - admitió Beto.

"¿No viste cómo vuelo y no soy el más grande? Cada uno tiene su talento. ¡Podríamos hacer algo juntos!" - sugirió Gory emocionado.

Esa idea brilló en la mente de Beto. Decidieron organizar una carrera a través de la selva, donde Gory volaría y Beto correría, para ver quién podía llegar a la meta primero. Juntos comenzaron a planificarlo, y pronto todos los animales de la selva se enteraron del gran evento.

El día de la carrera, todos estaban intrigados. Jirafa Mamá estaba muy orgullosa de su hijo.

"¡No importa quién gane! Lo importante es disfrutar y aprender juntos" - les dijo con sabiduría.

Empezaron la carrera, y como Beto era pequeño, corría rápido entre los arbustos, esquivando obstáculos. Gory volaba alto y rápido, pero a veces se distraía con flores y ramas. Al final, un giro en la carrera hizo que todos se sorprendieran: Gory se quedó atrapado en una flor, mientras Beto encontró una ruta alternativa y siguió corriendo.

"¡Gory! ¡Ayudame!" - gritó el gorrión, tratando de soltarse.

Beto, sin dudarlo, se detuvo y fue a ayudar a su amigo. Con su largo cuello, logró alcanzar la flor y liberar a Gory.

"¡Gracias, Beto! No sé qué haría sin vos" - dijo Gory, con una sonrisa agradecida.

Finalmente, Beto llegó a la meta, pero no solo eso, había descubierto algo que no esperaba. Había competido con su amigo y había podido ayudarlo. Entonces, todos los animales aplaudieron su acto de valentía y amistad.

"¡Beto, sos un héroe!" - gritaron los demás.

Kay se acercó y le dijo con admiración:

"¡Ves, Beto! Esa es tu magia: ser un buen amigo. Todos tenemos nuestra forma de brillar, y la tuya es increíble".

Desde ese día, Beto aprendió que lo que lo hacía especial no era su tamaño, sino su gran corazón y su deseo de ayudar a los demás. Junto a Kay y Gory, empezaron a crear aventuras en las que cada uno compartía sus talentos.

Y así, en la selva, Beto, la jirafa pequeña, descubrió que la verdadera magia está en ser uno mismo y en ayudar a otros a brillar, porque al final todos somos únicos y cada uno tiene su propia magia por descubrir.

FIN.

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