Teo, el pequeño colibrí que aprendió a volar


En el corazón de un frondoso bosque, vivía un pequeño colibrí llamado Teo. Teo era un ave curiosa y aventurera, pero a diferencia de sus hermanos, que ya surcaban los cielos con destreza, él aún no lograba levantar el vuelo. Las alas de Teo eran pequeñas y débiles, lo que le dificultaba seguir a sus hermanos y explorar el vasto mundo que se extendía más allá de los árboles. Un día, Teo decidió que era momento de emprender su propio viaje hacia el cielo azul.

A pesar de las dudas y burlas de los demás animales del bosque, Teo se propuso aprender a volar. Buscó la ayuda de un sabio búho llamado Don Óscar, famoso por su conocimiento y paciencia. Don Óscar, con amabilidad, aceptó enseñar a Teo los secretos del vuelo. Todos los días, al atardecer, Teo practicaba incansablemente batiendo sus alas, con la guía experta del búho.

Las semanas pasaron, y aunque Teo mejoraba poco a poco, aún no lograba elevarse por mucho tiempo. Pero un día, mientras observaba en silencio a los grandes águilas que surcaban el cielo, una revelación llegó a él. Comprendió que no se trataba solo de mover las alas, sino de creer en sí mismo, en su capacidad para alcanzar las alturas.

Lleno de determinación, Teo se propuso desafiar sus propios límites. A la mañana siguiente, subió a la rama más alta del bosque y, con el eco de Don Óscar en su mente, se lanzó al vacío. Al principio, las alas de Teo batían con desesperación, pero luego, una sensación de ligereza y libertad lo invadió. ¡Estaba volando! Teo experimentó una alegría indescriptible al elevarse por encima de los árboles, sus hermanos colibríes lo observaban asombrados y orgullosos. Teo había logrado su cometido.

Desde ese día, Teo recorrió el cielo y la tierra, contando a todos los animales del bosque su travesía. Se convirtió en ejemplo de perseverancia y valentía, inspirando a los más jóvenes a perseguir sus sueños, por más inalcanzables que parezcan. Teo supo que, aunque las alas puedan ser pequeñas y débiles, el verdadero poder para volar reside en el corazón y en la fuerza de voluntad.

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