Teresita y el Bosque Mágico
Era un día soleado y hermoso, y Teresita, con su cabello rizado y una sonrisa que iluminaba el lugar, decidió explorar el bosque que se encontraba cerca de su casa. Mientras corría entre los árboles, recogiendo flores y cantando alegres canciones, se dio cuenta de que había ido más lejos de lo que pensaba.
- ¡Oh, no! ¡¿Dónde estoy? ! - exclamó Teresita, asustada, al mirar a su alrededor.
El bosque que antes parecía un lugar amigable se tornó confuso y enorme.
- No hay problema, Teresita, - dijo una voz suave a su derecha.
Era un pequeño gnomo que llevaba un sombrero de colores brillantes. - Me llamo Bimbín, y siempre estoy aquí para ayudar a los que se pierden.
- ¡Hola, Bimbín! Estoy muy asustada. Quiero volver a casa con mi mamá. - respondió Teresita.
- No te preocupes, tengo un plan. Pero primero, veamos si conseguimos a algunos amigos que te ayuden. - dijo Bimbín con una sonrisa.
Juntos, se adentraron más en el bosque, buscando ayuda.
De repente, encontraron a una ardilla saltando de rama en rama.
- ¡Hola, ardillita! - saludó Teresita. - Soy Teresita. ¿Puedes ayudarnos a salir de este bosque?
- ¡Claro! Soy Chispa, y conozco todos los caminos. Pero primero, necesito comer algunas nueces. ¿Podrían ayudarme a recoger algunas? - sugirió la ardilla.
Teresita y Bimbín aceptaron gustosamente. Reunieron nueces durante un rato, riendo y disfrutando del momento. Después de apilar un montón, Chispa dijo:
- ¡Gracias, amigos! Ahora, síganme.
Mientras caminaban, el grupo se encontró con un ciervo elegante llamado Lúmino.
- Buenas tardes, amiguitos. - dijo Lúmino con una voz suave.
- ¡Hola, Lúmino! - respondió Teresita emocionada. - Estamos buscando el camino a casa.
- Yo les puedo mostrar el sendero, pero primero deben ayudarme a encontrar mi collar perdido. - dijo el ciervo, preocupado.
- No hay problema, Lúmino. ¡Vamos a buscarlo! - exclamó Teresita.
Todos se pusieron a buscar el collar en el musgo y entre las flores. Finalmente, Chispa gritó:
- ¡Lo encontré! - y sostuvo el collar en sus patitas.
- ¡Bravo! - dijo Teresita, feliz. - Ahora podemos ir a casa.
Lúmino agradeció a sus nuevos amigos y condujo a Teresita y a Bimbín por un sendero lleno de flores coloridas. Sin embargo, de repente, se encontraron en un claro donde un gran árbol caído bloqueaba el camino.
- ¿Qué haremos ahora? - preguntó preocupada Teresita.
- No se preocupen. ¡Yo tengo una idea! - dijo Bimbín, mientras sacaba de su sombrero una cuerda hecha de hilos de oro.
- Con esto, podemos ayudar a mover el árbol. - explicó el gnomo.
Teresita y sus amigos ayudaron a Bimbín a atar la cuerda alrededor del árbol. Tiraron todos juntos, y tras grandes esfuerzos, lograron correrlo un poco.
- ¡Bien hecho, amigos! - exclamó Teresita, emocionada.
Finalmente, llegaron a un claro donde el sol brillaba y los pájaros cantaban.
- ¡Al fin veo el camino hacia mi casa! - dijo Teresita con alegría.
- Pero antes de irte, ¿puedo pedirte un favor? - preguntó Bimbín.
- Claro, lo que necesites. - respondió la niña.
- Prométeme que siempre recordarás la importancia de la amistad y la colaboración.
- Lo prometo, Bimbín, ¡por siempre! - dijo Teresita, abrazando a sus amigos.
Y con una sonrisa en su rostro, Teresita siguió el camino hacia su casa, pensando en todas las aventuras vividas y lo mucho que había aprendido. Sabía que jamás olvidaría a sus amigos del bosque y que siempre podrían contar unos con otros para superar cualquier obstáculo. Cuando finalmente llegó, corrió a abrazar a su madre y le contó todo sobre su increíble día.
Y así, se llenó su corazón de gratitud y felicidad, recordando que la unión hace la fuerza.
FIN.