Terry y la mirada maravillosa



Terry era un niño curioso y aventurero que siempre había disfrutado de salir a conocer lugares nuevos y únicos. Desde pequeño, su pasión por explorar lo llevaba a descubrir rincones especiales en su ciudad y más allá.

Sin embargo, una mañana Terry despertó sintiendo que algo no estaba bien. A pesar de estar rodeado de lugares interesantes, ya no sentía la emoción y alegría que solía experimentar al explorarlos.

Se preguntaba qué le pasaba y por qué de repente todo parecía tan gris. "¿Qué me está pasando?", se cuestionaba Terry mientras daba vueltas en la cama sin encontrar respuestas.

Preocupado por esta extraña sensación, decidió hablar con sus amigos para ver si podían ayudarlo a entender lo que ocurría. Juntos se sentaron en el parque y Terry les contó cómo se estaba sintiendo. "Es como si ya no disfrutara de lo que más me gusta hacer", les confesó con tristeza en los ojos.

Sus amigos escucharon atentamente y luego uno de ellos sugirió: "Quizás necesitas cambiar la forma en la que ves las cosas, Terry. A veces nos acostumbramos tanto a lo mismo que dejamos de apreciarlo como antes".

Las palabras de su amigo resonaron en la mente de Terry, quien decidió seguir su consejo e intentar mirar las cosas desde otra perspectiva.

Esa misma tarde, salió a recorrer nuevamente su ciudad pero esta vez con los ojos bien abiertos y el corazón dispuesto a redescubrir la magia que tanto amaba.

Poco a poco, Terry comenzó a notar detalles que antes le habían pasado desapercibidos: los colores vibrantes de las flores en el parque, los murales callejeros llenos de arte urbano, las historias detrás de cada rincón antiguo. Se dio cuenta de que la belleza seguía ahí, esperando ser admirada con nuevos ojos. "¡Wow! ¡Esto es increíble!", exclamó emocionado al descubrir un callejón secreto lleno de grafitis coloridos.

Con cada nueva experiencia, Terry recuperaba poco a poco esa chispa interior que lo impulsaba a explorar el mundo con asombro y gratitud.

Se dio cuenta de que la verdadera magia no solo estaba en los lugares que visitaba, sino también dentro de él mismo.

A partir de ese día, Terry aprendió una valiosa lección: nunca hay que dar por sentado aquello que amamos hacer; siempre podemos encontrar nuevas formas de disfrutarlo si estamos dispuestos a abrir nuestro corazón y mente a nuevas posibilidades. Y así, entre risas y aventuras renovadas, Terry volvió a sentirse pleno al seguir persiguiendo su pasión por conocer lugares únicos.

Porque entendió que la verdadera belleza reside en saber apreciar cada momento como si fuera la primera vez.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!