Tesoros de plumas


Lola era una niña muy especial. Siempre regresaba contenta de la escuela, con una sonrisa en su rostro y muchas historias que contar a sus padres.

Todos los días, al salir del colegio, corría hacia su casa con la mochila llena de tesoros: dibujos coloridos, cuentos inventados y alguna manualidad sorprendente. Un día, mientras caminaba por el parque de camino a casa, Lola encontró un pequeño pajarito herido.

Sin dudarlo un segundo, lo recogió con cuidado y decidió llevarlo a su casa para curarlo. Al llegar, le pidió a su mamá que la ayudara a cuidar al pajarito enfermo.

"Mamá, encontré a este pajarito en el parque y quiero cuidarlo hasta que se mejore", dijo Lola con determinación. Su mamá sonrió ante la nobleza de su hija y juntas prepararon un nido acogedor para el pequeño animal.

Día tras día, Lola se encargaba de alimentarlo y darle cariño, observando con alegría cómo el pajarito recuperaba poco a poco sus fuerzas. Con el tiempo, el pajarito sanó por completo gracias al amor y dedicación de Lola. Cuando llegó el momento de dejarlo en libertad, Lola sintió un pequeño vacío en su corazón.

Sin embargo, sabía que había hecho lo correcto y que siempre tendría un lugar especial en su memoria para aquel pajarito que había llegado a su vida por casualidad.

Los días pasaron y la historia del pajarito se convirtió en una leyenda entre los compañeros de clase de Lola. Todos admiraban su valentía y generosidad al ayudar a un ser indefenso.

A partir de ese momento, cada vez que alguien necesitaba ayuda o apoyo en la escuela, acudían a Lola sabiendo que ella siempre tenía una palabra amable o un gesto solidario para ofrecer.

La fama de Lola como "la niña buena" se extendió más allá del colegio e incluso los vecinos del barrio comenzaron a buscarla cuando tenían algún problema o simplemente necesitaban una sonrisa reconfortante. A pesar de todo esto, Lola nunca perdió su humildad ni dejó que la popularidad cambiara su forma de ser.

Seguía siendo aquella niña sencilla y risueña que disfrutaba cada momento como si fuera único.

Un día, al regresar nuevamente contenta de la escuela después de ayudar a organizar una colecta para los niños más necesitados del barrio, Lola encontró una sorpresa en su habitación: era otro pajarito herido que había sido dejado allí por sus padres como muestra de orgullo por la maravillosa persona en la que se estaba convirtiendo. "¡Oh mamá! ¡Mira qué sorpresa tan hermosa!", exclamó Lola emocionada al ver al nuevo huésped emplumado.

Y así fue como la historia de bondad y compasión de Lola continuó inspirando a todos los que tenían el privilegio de conocerla.

Porque no importa cuántas veces regrese contenta de la escuela; lo importante es saber que siempre habrá alguien dispuesto a hacer del mundo un lugar mejor gracias al poder transformador del amor sincero.

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