Tesoros Inesperados



La familia se emocionó muchísimo al escuchar la noticia. Todos corrieron a sus habitaciones para prepararse y buscar sus trajes de baño.

Franco, el hermano mayor, ayudó a Benja y Alma a encontrar sus cosas mientras Sofía saltaba de alegría. Cuando llegaron a la playa, Soledad y Elio armaron una sombrilla grande y extendieron las toallas sobre la arena. Los niños no podían esperar para meterse en el agua, pero primero tenían que ponerse protector solar.

"¡Vengan aquí chicos! Dejen que les ponga crema", dijo Soledad mientras sacaba una botella del bolso. Después de untarlos bien, los niños corrieron hacia el mar. Alma y Sofía construyeron castillos de arena mientras Franco y Benja nadaban juntos.

"¿Qué tal si hacemos un concurso? El que encuentre más caracoles gana", propuso Benja. Los cuatro comenzaron a buscar por toda la playa, pero pronto se dieron cuenta de que era difícil encontrar caracoles grandes.

Entonces Alma tuvo una idea:"¡Esperen! Podríamos buscar algo diferente... como piedras raras o almejas brillantes". La búsqueda continuó con nuevos objetivos en mente. Mientras tanto, Soledad y Elio disfrutaban del sol y charlaban tranquilamente debajo de la sombrilla.

Al final del día, todos estaban cansados pero felices. En el camino de regreso a casa, Alma preguntó:"Mamá ¿por qué no encontramos muchos caracoles?""Bueno hija -respondió Soledad- cada día es diferente en la naturaleza; hoy simplemente no había muchos caracoles.

Pero lo importante es que encontramos otras cosas interesantes ¿no crees?". "¡Sí! ¡Encontramos muchas piedras y almejas hermosas!", exclamó Sofía. La familia llegó a casa agotada pero llena de alegría.

Aprendieron que la vida puede ser impredecible, pero siempre hay algo nuevo y emocionante por descubrir si se mira con atención. Y sobre todo, aprendieron que el verdadero tesoro está en los momentos compartidos en familia.

FIN.

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