The Adventures of Tomás and the Fearless Flashlight



Había una vez un niño llamado Tomás que no quería dormir de noche. Cada vez que llegaba la hora de irse a la cama, se inventaba mil excusas para quedarse despierto.

Un día, su mamá decidió hablar con él seriamente: "Tomás, es importante descansar por las noches para crecer fuerte y sano. Además, mañana te espera un día lleno de aventuras.

¿No quieres estar descansado para disfrutarlo al máximo?"- Pero mamá, ¡es que me da miedo la oscuridad! - respondió Tomás con una vocecita temblorosa. Su mamá le sonrió y le dijo: "Entiendo tus miedos, pero tengo algo especial para ti". Sacó de su bolsillo una linterna brillante y se la entregó a Tomás.

- Con esta linterna podrás iluminar cualquier rincón oscuro que encuentres en tu habitación. Así no tendrás miedo de nada - explicó su mamá. Tomás estaba emocionado con su nueva linterna y decidió probarla esa misma noche.

Cuando llegó el momento de acostarse, encendió su linterna y exploró cada rincón de su cuarto. Descubrió que debajo de la cama solo había juguetes olvidados y en el armario solo estaban sus ropas colgadas ordenadamente.

Con cada esquina iluminada por su linterna valiente, Tomás empezó a sentirse más seguro y tranquilo. Poco a poco, fue dejando atrás sus miedos hasta quedarse completamente relajado. Sin embargo, pasado un tiempo, Tomás volvió a tener problemas para dormir.

Esta vez, el motivo era que se aburría y no quería perderse ninguna diversión. Su mamá, siempre atenta, le propuso una solución: "Tomás, ¿qué te parece si antes de dormir contamos cuentos? Podemos inventar historias mágicas y emocionantes que te ayuden a relajarte".

- ¡Sí! - exclamó Tomás con entusiasmo. Y así fue como todas las noches, su mamá y él se sentaban en la cama para inventar cuentos maravillosos.

Hablaron de piratas valientes que buscaban tesoros escondidos en islas lejanas, de hadas curiosas que volaban por los jardines encantados y de animales parlanchines que vivían aventuras increíbles. Los cuentos eran tan emocionantes que Tomás se sumergía en ellos hasta quedarse profundamente dormido.

No había lugar para el aburrimiento o la inquietud cuando su imaginación volaba libremente por esos mundos fantásticos. Pero un día, algo diferente ocurrió. Mientras Tomás estaba acostado escuchando uno de sus cuentos favoritos sobre un dragón amistoso llamado Simón, alguien tocó su ventana.

Era un ruido suave pero insistente. Intrigado, Tomás se levantó sigilosamente y caminó hacia la ventana. Al abrir las cortinas descubrió a Simón el dragón parado afuera. - ¡Hola Tomás! - saludó Simón con una sonrisa gigante en su rostro escamoso.

Tomás casi no podía creer lo que veía. Pero allí estaba el amigable dragón, invitándolo a una aventura nocturna. - ¿Quieres venir conmigo? - preguntó Simón emocionado.

Tomás miró hacia su cama y pensó en todas las historias increíbles que había vivido gracias a los cuentos. Pero también recordó lo importante que era descansar para aprovechar el día siguiente. - Gracias, Simón, pero hoy prefiero quedarme en casa y dormir bien.

Mañana tendré energía suficiente para jugar contigo - respondió Tomás con decisión. Simón asintió comprensivo y se despidió con un adiós de su cola escamosa. Tomás cerró la ventana y regresó a su cama con una sonrisa en el rostro.

A partir de esa noche, Tomás comprendió que dormir era algo valioso y necesario. Ya no tenía miedo ni aburrimiento durante la noche porque sabía cómo enfrentarlos: con su linterna valiente y sus cuentos mágicos.

Desde entonces, cada noche encendía su linterna para iluminar cualquier rincón oscuro de su imaginación y dejaba volar su creatividad junto a mamá mientras inventaban nuevas historias llenas de aventuras inolvidables.

Y así, Tomás aprendió a disfrutar del sueño reparador que necesitaba para crecer fuerte como un dragón amistoso llamado Simón.

FIN.

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