The Champion Within
Había una vez un pequeño niño llamado Mateo. Mateo era un niño muy especial, tenía autismo. Esto significaba que su forma de ver y experimentar el mundo era diferente a la de los demás niños.
Un día, mientras jugaba en el parque, Mateo vio a un grupo de niños jugando al fútbol. Él también quería ser parte del juego, pero no sabía cómo acercarse y preguntar si podía jugar con ellos.
Mateo se sentó en un banco cercano y comenzó a observar detenidamente cómo jugaban los demás niños. Notó que todos llevaban camisetas del mismo color y seguían las instrucciones del entrenador. Entonces, tuvo una idea brillante.
Decidió ir a casa y hacer su propia camiseta de fútbol con sus colores favoritos: azul y amarillo. Agarró una vieja camiseta blanca y unos marcadores de tela, y comenzó a dibujar líneas onduladas en azul por todas partes. Luego añadió estrellas amarillas en cada esquina.
Al día siguiente, Mateo volvió al parque con su nueva camiseta puesta.
Se acercó tímidamente al grupo de niños que jugaban al fútbol y dijo:"¡Hola! ¿Puedo jugar con ustedes?"Los niños miraron sorprendidos la peculiar camiseta de Mateo, pero luego sonrieron amablemente. "Claro que sí", respondió uno de los chicos-. "Todos somos bienvenidos aquí". Y así fue como Mateo se unió al juego.
Aunque le costaba seguir todas las reglas del fútbol, los niños le explicaron pacientemente cómo jugar. Mateo se esforzaba por aprender y practicar cada día. Con el tiempo, Mateo se convirtió en un jugador muy talentoso.
Su dedicación y pasión por el fútbol lo llevaron a ser seleccionado para representar a su escuela en un torneo importante. Cuando llegó el día del torneo, Mateo estaba nervioso pero emocionado. Jugó con todo su corazón y sorprendió a todos con sus habilidades.
Aunque su equipo no ganó el primer lugar, Mateo recibió una medalla especial por su espíritu deportivo y perseverancia. A partir de ese momento, la gente comenzó a ver más allá de las diferencias de Mateo y apreciar todas las cualidades maravillosas que tenía.
Se dieron cuenta de que el autismo no definía quién era él como persona. Mateo siguió jugando al fútbol y también encontró otras actividades que le apasionaban, como la pintura y la música.
Siempre recordaba la importancia de ser valiente, perseverante y nunca dejar que las dificultades lo detuvieran. Y así fue como Mateo se convirtió en un ejemplo inspirador para todos los niños del parque. Demostró que con amor, paciencia y aceptación, todos podemos superar cualquier obstáculo en nuestra vida. Fin
FIN.