The Classroom Clean-Up
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Feliz, dos niños llamados Santiago y Carolina, que asistían a la misma escuela. Eran los mejores amigos y siempre se divertían juntos.
Sin embargo, había algo que los preocupaba: el desorden y la falta de respeto en su salón de clases. Los niños no seguían las reglas y esto dificultaba el aprendizaje. Santiago y Carolina decidieron hacer algo al respecto.
Un día, mientras estaban jugando en el parque, se les ocurrió una brillante idea. Decidieron crear un plan para animar a sus compañeros a respetar las reglas del salón. Juntos, elaboraron un cartel con letras coloridas que decía "¡Respetemos nuestro salón!".
Al día siguiente, cuando llegaron a la escuela temprano por la mañana, colgaron su cartel justo enfrente de la puerta del salón. Estaban emocionados por ver cómo reaccionarían sus compañeros.
Cuando todos entraron al salón ese día, quedaron sorprendidos al ver el cartel colgado en la pared. "-¡Miren chicos! ¡Tenemos un nuevo lema!", exclamó Santiago emocionado. Carolina agregó: "-Sí, ahora podemos recordarnos mutuamente que debemos respetar nuestro salón".
A medida que pasaban los días, los niños comenzaron a prestar más atención a las reglas del salón. Se dieron cuenta de lo importante que era mantenerlo limpio y ordenado para poder concentrarse mejor en sus estudios.
Un día durante el recreo, mientras Santiago y Carolina jugaban en el patio escolar, vieron algo sorprendente desde lejos. Era Martín, uno de los niños más desordenados de la clase, reagarrando basura del suelo y colocándola en el bote de basura. Santiago y Carolina se acercaron a él para felicitarlo.
"-¡Martín, eso es increíble! ¡Estás respetando nuestro salón!", exclamó Santiago emocionado. Martín sonrió y respondió: "-Gracias chicos. Me di cuenta de que si todos respetamos las reglas del salón, podemos tener un ambiente de aprendizaje mucho mejor".
A partir de ese día, los niños comenzaron a seguir el ejemplo de Martín. Todos empezaron a cuidar el salón, limpiar después de usarlo y mantenerlo ordenado. El maestro también notó el cambio positivo en sus estudiantes.
Estaba muy orgulloso de ellos y decidió recompensarlos con una fiesta al final del año escolar. Santiago y Carolina se sintieron muy felices al ver cómo su plan había funcionado tan bien.
Aprendieron que cuando trabajaban juntos por una causa justa, podían lograr grandes cosas. Desde aquel día, Villa Feliz se convirtió en un lugar donde cada niño respetaba las reglas del salón y valoraba su entorno escolar. Y todo esto gracias a la iniciativa inspiradora e educacional de Santiago y Carolina.
Y así fue como dos pequeños amigos lograron hacer una gran diferencia en su escuela, enseñando a todos la importancia del respeto y la responsabilidad.
FIN.