The Closets Secret


Andrés era un niño muy valiente y curioso. Siempre había dormido junto a sus padres, pero esa noche ellos le dijeron que debía empezar a dormir solo en su habitación.

Andrés se sentía emocionado por esta nueva etapa, aunque también un poco asustado. Cuando llegó la hora de acostarse, Andrés se metió en su cama y cerró los ojos con fuerza. Pero pronto comenzó a escuchar ruidos extraños provenientes de su armario.

El corazón de Andrés latía rápidamente mientras imaginaba todo tipo de monstruos escondidos dentro. De repente, los peluches que estaban en una silla cerca de la cama cobraron vida y se transformaron en monstruos gigantes y espeluznantes.

Estos monstruos comenzaron a perseguirlo por toda la habitación, haciéndolo sentir cada vez más asustado y acorralado. Andrés intentaba gritar pidiendo ayuda, pero no podía emitir sonido alguno. Corrió hacia la puerta para escapar, pero parecía que los monstruos siempre estaban un paso adelante.

La situación parecía desesperada. Justo cuando Andrés pensó que no podría escapar de aquellos seres terroríficos, sintió una mano cálida sobre su hombro. Era su papá quien lo había despertado y estaba allí para protegerlo.

- Tranquilo, hijo -dijo el papá-. Los monstruos no son reales, solo estabas teniendo una pesadilla. Andrés miró alrededor y vio que ya no había ningún monstruo ni peluche malvado a su alrededor.

Se dio cuenta de que todo había sido producto de su imaginación. - Pero papá, estaba tan asustado -dijo Andrés con voz temblorosa. - Lo sé, hijo, pero recuerda que en la vida también nos enfrentamos a situaciones difíciles y a veces nuestra mente puede jugar trucos.

Es importante aprender a enfrentar nuestros miedos y no dejar que nos controlen -respondió el papá con cariño. Andrés se sintió reconfortado por las palabras de su papá y decidió tomar esto como una lección.

Aunque dormir solo podía ser un poco intimidante al principio, sabía que debía superar sus miedos para crecer y ser más independiente. A partir de esa noche, Andrés comenzó a acostumbrarse a dormir solo en su habitación.

Cada vez que sentía miedo o tenía pesadillas, recordaba las palabras de su papá y encontraba la fuerza para enfrentar sus temores. Con el tiempo, Andrés se dio cuenta de que no había nada malo en la oscuridad ni en estar solo durante la noche.

Descubrió que su habitación era un lugar seguro donde podía descansar tranquilo y soñar con aventuras maravillosas. Y así, gracias a esa experiencia, Andrés aprendió una valiosa lección: nunca debemos permitir que nuestros miedos nos dominen.

Siempre hay una luz al final del túnel y personas queridas dispuestas a ayudarnos cuando más lo necesitamos.

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