The Coin of Eternal Love


Había una vez un niño llamado Tomás, quien desde muy pequeño soñaba con conocer a su mamá que se había ido al cielo.

Aunque él sabía que ya no estaba físicamente con él, siempre sentía en su corazón el amor y el cariño de su mamá. Un día, mientras Tomás jugaba en el parque, encontró una moneda brillante en el suelo. La recogió y decidió guardarla como un tesoro especial.

Esa noche, antes de dormir, tomó la moneda entre sus manos y cerró los ojos con fuerza. "Querida mamá que estás en el cielo -susurró Tomás-, hoy encontré esta moneda mágica y deseo tanto poder conocerte".

De repente, mientras Tomás sostenía la moneda cerca de su pecho, comenzaron a salir destellos dorados de ella. El cuarto se llenó de luz y cuando Tomás abrió los ojos, se encontraba en un lugar completamente diferente.

Estaba rodeado por nubes esponjosas y podía ver un arcoíris brillando en el horizonte. Pero lo más sorprendente era la figura radiante que tenía delante: ¡era su mamá! Ella tenía una sonrisa cálida y amorosa en su rostro.

"¡Mamá!" -gritó emocionado Tomás"¡Por fin te he encontrado!"Su mamá extendió sus brazos para abrazarlo fuertemente. El abrazo era tan reconfortante que Tomás sintió todo el amor del mundo envolviéndolo. "Tomás querido", dijo ella dulcemente, "Siempre he estado contigo, aunque no me puedas ver.

He estado aquí para protegerte y amarte desde el cielo". Tomás se sentía tan feliz de estar con su mamá que no quería que ese momento terminara nunca. Pero entonces, ella le explicó algo importante.

"Mi amor, este lugar es especial pero tienes que volver a casa. Aunque no pueda estar contigo físicamente, siempre estaré en tu corazón y te cuidaré desde el cielo". Tomás asintió con tristeza, sabiendo que tenía razón.

La moneda brillante volvió a aparecer en la mano de Tomás y él la sostuvo con fuerza mientras cerraba los ojos nuevamente. Cuando los abrió, estaba otra vez en su habitación. Aunque extrañaba mucho a su mamá, Tomás ahora comprendía que ella siempre estaría presente en su vida.

Cada vez que necesitara hablarle o sentir su amor, solo tenía que cerrar los ojos y recordar el hermoso sueño que había tenido.

Desde aquel día, Tomás llevaba consigo la moneda mágica como un recordatorio de todo el amor incondicional de su mamá. Y así fue como Tomás aprendió a aceptar la pérdida de su mamá y a encontrar consuelo en sus recuerdos. Sabía que aunque ella ya no estuviera físicamente junto a él, siempre serían inseparables en espíritu.

Y cada noche antes de dormir, sostenía la moneda entre sus manos y decía: "Gracias por amarme siempre, mamá".

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