The Curious Boy and the Friendly Green Monster
Había una vez un niño llamado Santi, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. A Santi le encantaba explorar y descubrir nuevos lugares, pero siempre había una cosa que lo asustaba: los monstruos.
Cada noche, antes de dormir, Santi miraba debajo de su cama y revisaba su armario para asegurarse de que no hubiera ningún monstruo escondido. Aunque nunca encontró ninguno, la idea de ellos seguía dando vueltas en su cabeza.
Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, Santi escuchó unos ruidos extraños. Se detuvo a investigar y se encontró con un pequeño monstruo verde.
El monstruo tenía ojos grandes y brillantes, pero en lugar de asustarse, Santi sintió curiosidad. —"Hola" , dijo Santi tímidamente. El monstruo se sobresaltó al escuchar la voz del niño y trató de correr lejos. —"Espera" , exclamó Santi. "No quiero hacerte daño". El monstruo se detuvo y miró a Santi con cautela.
"¿De verdad?", preguntó el monstruo dudoso. Santi asintió con la cabeza y sonrió amigablemente. "¡Claro! No todos los monstruos son malos ¿sabes? Me gustaría conocerte". El monstruo titubeó por un momento, pero finalmente decidió acercarse a Santi.
A medida que pasaban los días, los dos se volvieron amigos inseparables. Juntos exploraban el bosque e inventaban juegos divertidos. Pero un día algo inesperado sucedió. Santi descubrió que el monstruo tenía miedo de la oscuridad.
"No te preocupes", dijo Santi tranquilizadoramente. "Yo también tengo miedo a veces, pero siempre encuentro una manera de superarlo". Santi tuvo una idea brillante. Decidió llevar al monstruo a la casa del árbol que había construido con sus amigos en el bosque.
"Aquí estaremos seguros", le aseguró Santi al monstruo mientras subían por las ramas de los árboles.
Una vez dentro de la casa del árbol, Santi encendió una pequeña lámpara y juntos contaron historias hasta que el monstruo se sintió más tranquilo. A partir de ese día, el monstruo ya no tenía miedo de la oscuridad cuando estaba con Santi. Se dio cuenta de que tener un amigo valiente como él le daba fuerza para enfrentar cualquier temor.
Con el tiempo, otros niños del pueblo conocieron al monstruo y descubrieron lo amigable y divertido que era. Pronto, todos los niños querían ser amigos del monstruo verde.
Esta historia nos enseña que no debemos juzgar a alguien solo por su apariencia o prejuicios infundados. A veces, nuestros mayores miedos pueden convertirse en nuestros mejores amigos si les damos una oportunidad.
Y así fue como Santi y su amigo monstruoso demostraron al mundo entero que la verdadera amistad puede superar cualquier temor o diferencia.
FIN.