The Dreamy Adventures of Tomás



Había una vez un pequeño duende llamado Tomás que vivía en el bosque encantado. A diferencia de los demás duendes, a Tomás no le gustaba dormir.

Mientras sus amigos se acostaban temprano y soñaban con aventuras mágicas, él prefería quedarse despierto explorando el bosque y jugando bajo la luz de la luna. Un día, durante una caminata nocturna, Tomás descubrió un libro misterioso escondido entre las ramas de un árbol.

Sin pensarlo dos veces, lo abrió y comenzó a leer. El libro hablaba sobre los sueños y cómo eran puertas hacia mundos llenos de magia y fantasía. Tomás sintió curiosidad por experimentar esos sueños tan maravillosos que todos contaban.

Decidió ir a buscar al sabio búho del bosque para pedirle consejo sobre cómo poder disfrutar de los sueños sin tener que dormir tanto tiempo.

Al encontrar al sabio búho posado en una rama alta, Tomás le preguntó: "- Señor Búho, ¿hay alguna forma de soñar sin tener que dormir tanto?". El búho lo miró con sus grandes ojos sabios y respondió: "- Querido Tomás, los sueños son como ventanas mágicas que solo se abren cuando nuestros cuerpos descansan.

Si quieres disfrutar de ellos, debes aprender a valorar el sueño". Tomás estaba algo decepcionado con la respuesta del búho pero decidió seguir su consejo y darle una oportunidad al descanso nocturno. Esa noche, antes de acostarse, Tomás se preparó para dormir.

Se puso su pijama de duende más cómodo y se metió en la cama con su libro favorito. Aunque le costaba cerrar los ojos, recordaba las palabras del sabio búho y sabía que era importante descansar.

Poco a poco, el sueño fue apoderándose de él y Tomás empezó a soñar. En su sueño, se encontraba en un mundo mágico lleno de colores brillantes y criaturas fantásticas. Corrió por prados verdes, saltó sobre nubes esponjosas y jugó con hadas risueñas.

Al despertar por la mañana, Tomás estaba emocionado por haber experimentado ese sueño tan maravilloso. Se dio cuenta de lo especial que era poder sumergirse en mundos imaginarios mientras su cuerpo descansaba.

A partir de esa noche, Tomás comenzó a disfrutar del tiempo para dormir. Aprendió que el sueño no solo era necesario para descansar el cuerpo, sino también para alimentar la creatividad y permitirle vivir aventuras increíbles en sus sueños.

Tomás compartió sus experiencias con sus amigos duendes e incluso les enseñó cómo aprovechar al máximo sus propios sueños. Juntos crearon una tradición: antes de dormir cada noche, contaban historias mágicas unos a otros hasta quedarse profundamente dormidos.

Y así fue como el duende Tomás aprendió la importancia del sueño y cómo disfrutar plenamente tanto del mundo real como del mundo de los sueños.

Desde entonces, siempre valoró cada momento de descanso nocturno y nunca dejó pasar la oportunidad de dejarse llevar por la magia de los sueños.

FIN.

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