The Friend of the Universe
Había una vez un niño llamado Félix que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos y árboles.
A Félix le encantaba observar a las palomas y canarios que volaban por el cielo, siempre soñando con poder volar junto a ellos. Un día, mientras caminaba por el centro del pueblo, Félix se encontró con un coche muy extraño estacionado en la plaza principal.
El coche estaba cubierto de luces brillantes y tenía formas curiosas que parecían sacadas de otro mundo. Félix se acercó al coche con cautela y escuchó unos ruidos misteriosos provenientes del interior.
Sin pensarlo dos veces, decidió abrir la puerta y para su sorpresa, ¡se encontró cara a cara con un alienígena! El alienígena era pequeño y verde, pero no parecía asustador en absoluto. Al contrario, tenía una sonrisa amigable en su rostro.
Félix decidió llamarlo —"Elio" , ya que había leído muchos libros sobre el universo y sabía que los nombres de los extraterrestres eran muy diferentes a los nuestros. -Elio, ¿qué haces aquí? -preguntó Félix sorprendido. -He venido desde mi planeta para conocer más sobre tu mundo -respondió Elio-. Pero me he perdido y no sé cómo regresar.
Félix sintió compasión por Elio y decidió ayudarlo. Juntos idearon un plan para encontrar las pistas necesarias para llevar al alienígena de vuelta a casa. Primero fueron a ver al señor Martín, quien tenía muchas aves en su jardín.
Félix sabía que las aves podían ver cosas que los humanos no podían, así que les pidió ayuda. -¡Hola señor Martín! -saludó Félix-.
¿Podrías preguntarle a tus palomas y canarios si han visto algo extraño últimamente? El señor Martín sonrió y asintió. Al cabo de unos minutos, las palomas volaron hacia Félix y le entregaron una pequeña nota.
-¡Aquí tienes, Félix! Las palomas dicen que vieron un objeto volador muy brillante hace unos días cerca del lago -informó el señor Martín. Félix y Elio se dirigieron rápidamente al lago para investigar. Allí encontraron huellas extrañas en la arena y decidieron seguirlas. Las huellas los llevaron hasta un árbol gigante donde descubrieron una cueva oculta.
Con mucho cuidado, entraron en la cueva y se encontraron con un grupo de alienígenas como Elio. -Somos exploradores espaciales -dijo uno de ellos-. Nos hemos perdido en tu mundo mientras buscábamos nuevas formas de vida. Félix sintió emoción al escuchar eso.
Decidió ayudar a los alienígenas a regresar a casa utilizando su conocimiento sobre el universo y las estrellas.
Juntos, construyeron una nave espacial improvisada utilizando materiales del pueblo y se despidieron del pueblo con lágrimas en los ojos pero también con alegría en sus corazones. Después de un viaje emocionante por el espacio, finalmente llegaron al planeta natal de Elio. Los alienígenas estaban muy agradecidos por la ayuda de Félix y lo nombraron "Amigo del Universo".
Félix regresó a su pequeño pueblo con una sonrisa en el rostro y un corazón lleno de recuerdos increíbles.
A partir de ese día, nunca dejó de soñar en volar junto a las aves, sabiendo que el universo siempre guarda misterios esperando ser descubiertos. Y quién sabe, tal vez algún día él también pueda explorarlo como los alienígenas exploraron su mundo.
FIN.