The Generous Gem
Había una vez en el pequeño pueblo de Ustaya, un lugar rodeado de montañas y lleno de trabajadores mineros.
Todas las mañanas, antes del amanecer, los hombres y mujeres se levantaban con entusiasmo para ir a las minas y buscar el preciado mineral que les permitiría mantener a sus familias. Uno de esos trabajadores era Martín, un joven muy valiente y decidido.
Desde pequeño había soñado con encontrar una piedra especial que le trajera buena suerte a su familia. Todos los días se adentraba en la oscuridad de la mina junto a sus compañeros, siempre con la esperanza de descubrir algo sorprendente.
Un día, mientras Martín picaba una roca con su pico, escuchó un ruido extraño proveniente del interior. Con curiosidad, decidió investigar y descubrió una cueva escondida detrás de la pared. Sin pensarlo dos veces, decidió entrar en ella.
Dentro de la cueva encontró un tesoro brillante: ¡una enorme piedra llena de colores! Martín no podía creer lo que veían sus ojos. Rápidamente salió corriendo para mostrarle su hallazgo a sus amigos. Cuando llegó al exterior, todos quedaron asombrados al ver aquella maravillosa piedra tan radiante y hermosa.
Los habitantes del pueblo estaban emocionados por este gran descubrimiento y comenzaron a preguntarse qué poderes mágicos podría tener. El Alcalde del pueblo convocó entonces una reunión para decidir qué hacer con esa piedra tan especial.
Todos los vecinos expresaron sus deseos y opiniones, pero no lograban ponerse de acuerdo. Fue entonces cuando una niña llamada Lucía levantó la mano para hablar. "¡Señor Alcalde! Creo que deberíamos utilizar esta piedra para ayudar a nuestro pueblo.
Podemos venderla y con el dinero construir escuelas, hospitales y parques para todos los niños". Todos quedaron impresionados por las sabias palabras de Lucía. El Alcalde sonrió y decidió seguir su consejo.
La piedra fue vendida a un museo en la ciudad grande, y con el dinero obtenido se construyeron todas las cosas maravillosas que habían soñado.
Gracias al ingenio y valentía de Martín, junto con la inteligencia de Lucía, Ustaya se convirtió en un lugar próspero donde los niños podían estudiar, jugar en hermosos parques e ir al médico cuando lo necesitaran. Martín aprendió que no siempre es necesario quedarse con algo valioso solo para uno mismo. A veces, compartirlo puede traer aún más felicidad y beneficios a muchas personas.
Desde ese día, cada vez que alguien del pueblo miraba hacia las montañas recordaba aquel gran descubrimiento hecho por Martín.
Y aunque ya no tuvieran una piedra mágica en su poder, sabían que el verdadero tesoro estaba en su comunidad unida y solidaria. Y así termina nuestra historia infantil inspiradora sobre cómo el trabajo duro combinado con la generosidad puede transformar incluso el lugar más pequeño en un mundo lleno de oportunidades para todos.
FIN.