The Golden Lesson



Había una vez un niño llamado Mateo, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Mateo era muy inteligente y amable, pero había algo que lo hacía diferente a los demás niños: tenía la piel de color negro.

Desde que Mateo comenzó la escuela, algunos niños empezaron a burlarse de él por su apariencia. Le decían cosas hirientes y se reían cuando pasaba cerca.

Esto entristecía mucho a Mateo, quien no entendía por qué lo trataban así. Un día, mientras caminaba por el parque después de clases, Mateo encontró un objeto brillante debajo de un árbol. Era una piedra mágica con poderes especiales.

Al tomarla en sus manos, sintió una energía cálida recorrer su cuerpo. Cuando llegó a casa, Mateo decidió investigar sobre la piedra mágica en internet. Descubrió que podía conceder deseos y pensó que tal vez podría ayudarlo a resolver su problema con el bullying.

Al día siguiente, antes de ir a la escuela, Mateo sostuvo fuertemente la piedra mágica y cerró los ojos con fuerza mientras formulaba su deseo: "Deseo ser aceptado tal como soy y que todos me vean como alguien especial".

Al abrir los ojos, algo increíble ocurrió: ¡Mateo se había convertido en una estatua! Pero no era cualquier estatua; era una estatua hecha completamente de oro reluciente. Los niños del pueblo quedaron asombrados al verlo e inmediatamente se acercaron para admirar su belleza.

Todos querían tocarlo y tomarse fotos a su lado. Mateo se dio cuenta de que, aunque seguía siendo diferente, ahora todos lo consideraban especial.

Sin embargo, pronto se dio cuenta de que su deseo tenía un efecto secundario: no podía moverse ni hablar. Se sentía solo y triste al ver cómo los niños solo lo veían como una estatua y no como un amigo.

Pasaron varios días en los que Mateo permaneció inmóvil, hasta que un grupo de niños decidió hacer algo al respecto. Ellos habían notado la tristeza en los ojos de Mateo y querían ayudarlo. Un día, después de clases, los niños llevaron la piedra mágica y la colocaron junto a Mateo.

Cerraron sus ojos y formularon el siguiente deseo: "Deseamos que Mateo vuelva a ser un niño normal pero con una nueva perspectiva". Al abrir los ojos, Mateo volvió a tener vida nuevamente.

Pero esta vez algo había cambiado dentro de él; ya no le importaba lo que pensaran los demás sobre su apariencia. Cuando regresó a la escuela al día siguiente, algunos niños intentaron burlarse de él como antes, pero esta vez Mateo respondió con amabilidad y comprensión.

Les explicó cómo se sentía cuando lo lastimaban con sus palabras y les pidió que cambiaran su actitud. Poco a poco, gracias a la valentía y empatía de Mateo, el bullying fue disminuyendo en el pueblo.

Los niños comenzaron a darse cuenta de que ser diferentes era algo hermoso y único. Mateo enseñó a todos la importancia del respeto y la aceptación hacia los demás. Se convirtió en un líder positivo y todos lo admiraban por su sabiduría y bondad.

Y así, Mateo demostró que el color de la piel no define a una persona, sino sus acciones y la forma en que trata a los demás. Desde ese día, el pueblo se volvió un lugar más tolerante y lleno de amor.

La piedra mágica desapareció misteriosamente una noche, pero Mateo ya no la necesitaba. Había aprendido que no importa cómo te veas por fuera, lo importante es ser auténtico y amable con los demás.

Y así termina nuestra historia, recordándonos que todos somos valiosos tal como somos y que podemos hacer del mundo un lugar mejor si nos tratamos con respeto y aceptación.

FIN.

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