The Green-Haired Boy and the Butterflys Gift



Había una vez un chico llamado Martín, que vivía en un pequeño pueblo. Martín era diferente a los demás niños de su edad, tenía el cabello de color verde y siempre llevaba puesta una chaqueta llena de parches.

Aunque era amigable y divertido, nadie quería juntarse con él. Un día, mientras caminaba por la plaza del pueblo, vio a un grupo de niños jugando al fútbol.

Martín se acercó emocionado y les preguntó si podía jugar con ellos. Los niños lo miraron con desprecio y uno de ellos dijo: "No puedes jugar con nosotros, eres demasiado raro". Martín se sintió muy triste al escuchar esas palabras, pero decidió no rendirse.

Siguió buscando formas de hacer amigos y demostrarles que él también podía ser parte del grupo. Un día, mientras exploraba el bosque cerca del pueblo, encontró una hermosa mariposa atrapada en una telaraña. Sin dudarlo, Martín sacó cuidadosamente a la mariposa y la liberó.

La mariposa voló felizmente hacia el cielo. De repente, apareció un hada mágica frente a Martín. El hada le dijo: "Has hecho algo muy valiente al salvar a esa mariposa".

Como recompensa por su buen corazón, el hada le otorgaría tres deseos. Martín pensó durante un momento y luego dijo: "Mi primer deseo es tener amigos que me acepten tal como soy". El hada sonrió y asintió con la cabeza.

Al día siguiente en la escuela, todos los niños estaban sorprendidos al ver que Martín llegó acompañado de un grupo de nuevos amigos. Eran niños igual de peculiares y únicos como él, pero juntos formaban un equipo inseparable.

El segundo deseo de Martín fue que todos en el pueblo se dieran cuenta de lo especial que era cada uno. Y así, poco a poco, los vecinos empezaron a valorar las diferencias y a respetarse mutuamente.

Martín estaba muy feliz con sus nuevos amigos y la forma en que el pueblo había cambiado. Pero aún tenía un último deseo por pedir al hada mágica. Un día, mientras caminaba por la plaza del pueblo, vio al mismo grupo de niños jugando al fútbol.

Esta vez, cuando Martín se acercó para preguntar si podía jugar con ellos, los niños sonrieron y le dijeron: "¡Claro! ¡Eres nuestro amigo!"Desde ese día en adelante, Martín nunca más se sintió solo ni rechazado.

Aprendió que ser diferente no era algo malo, sino algo especial que lo hacía único. Y junto a sus nuevos amigos, vivieron muchas aventuras y siempre estuvieron allí el uno para el otro.

Y así termina esta historia sobre cómo Martín encontró amistad y aceptación siendo fiel a sí mismo. Nos enseña la importancia de valorar nuestras diferencias y aceptar a los demás tal como son.

Porque todos somos especiales a nuestra manera y merecemos amor y amistad sin importar cuán diferentes podamos ser.

FIN.

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