The Jungle Journey


Había una vez un niño llamado Mateo, que vivía en una pequeña tribu de la selva amazónica en Iquitos. Un día, mientras jugaba cerca del río, se alejó demasiado y se perdió en medio de la espesa vegetación.

Mateo caminaba por el bosque desconocido y oscuro, lleno de sonidos extraños y misteriosos. De repente, escuchó un susurro proveniente de los árboles. Era Chullachaqui, el duende travieso que siempre intentaba confundir a los viajeros despistados.

"¿Quién anda ahí?"- preguntó Mateo con valentía. Chullachaqui apareció frente a él con su sombrero puntiagudo y su risa burlona. "¡Hola pequeño! ¿Estás perdido?"Mateo lo miró fijamente y respondió: "Sí, estoy perdido. Pero necesito volver a mi hogar".

Chullachaqui sonrió maliciosamente,"Si quieres regresar a casa, tendrás que pasar por varias pruebas". El duende llevó a Mateo hasta un gran pantano donde habitaba Yacumama, la serpiente gigante.

La leyenda decía que quien lograra cruzar el pantano sin ser devorado por Yacumama obtendría sabiduría eterna. "No tengas miedo", le dijo Chullachaqui alentando a Mateo,"Confía en ti mismo". Con coraje y determinación, Mateo saltó de hoja en hoja sobre el pantano evitando las fauces abiertas de Yacumama.

Al llegar al otro lado, sintió una gran alegría y orgullo. Siguiendo su camino, Mateo se encontró con un majestuoso árbol de ceiba. Allí vivía el espíritu protector de la selva llamado Sachamama.

La leyenda decía que aquel que lograra escalar hasta la copa del árbol recibiría un regalo mágico. "Sube hasta lo más alto", susurró Chullachaqui a Mateo,"La selva te ayudará". El niño trepó cuidadosamente por las ramas resbaladizas y espinosas, enfrentando vientos fuertes y lluvias torrenciales.

Finalmente, llegó a la cima del árbol donde encontró una fruta dorada brillante. Al comerla, sintió cómo su cuerpo se llenaba de energía y fuerza renovada.

Mateo continuó su viaje hasta llegar a una cascada poderosa conocida como El Salto del Jaguar. Según la leyenda, solo aquellos con valentía y determinación podrían cruzarla para llegar a casa. "Confía en tus instintos", le dijo Chullachaqui mientras observaban el agua rugiente. "Debes saltar sin dudar".

Mateo cerró los ojos por un momento y saltó al vacío sin pensarlo dos veces. Sintió el agua caer sobre su cuerpo mientras atravesaba la cascada con éxito. Emergió del otro lado victorioso y lleno de emoción.

Finalmente, después de muchas pruebas desafiantes, Mateo llegó al borde del bosque donde pudo ver las chozas de su tribu a lo lejos. Corrió hacia ellas y todos lo recibieron con alegría y alivio.

"¡Mateo, has vuelto!"- exclamaron los miembros de la tribu abrazándolo fuertemente. El niño les contó sobre su aventura en la selva, las pruebas que enfrentó y cómo superó sus miedos. Los ancianos de la tribu escucharon atentamente y sonrieron con orgullo.

A partir de ese día, Mateo se convirtió en un héroe para su tribu. Compartió sus conocimientos adquiridos durante su viaje y ayudó a otros niños a enfrentar sus propios miedos.

Y así, Mateo demostró que incluso en los momentos más difíciles, la valentía y determinación pueden llevarnos de regreso a casa. La selva amazónica le había enseñado que dentro de cada uno de nosotros hay una fuerza increíble capaz de superar cualquier obstáculo.

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