The Kindness Treasure


Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, un niño llamado Alejo. Desde muy pequeño, Alejo destacaba por su bondad y amabilidad con todos a su alrededor.

Siempre ayudaba a sus vecinos mayores a llevar las bolsas del supermercado, regaba las plantas de la plaza del barrio y siempre compartía sus juguetes con los demás niños. Un día, mientras Alejo caminaba hacia la escuela, encontró una billetera tirada en el suelo.

La recogió y vio que dentro había mucho dinero. Sin pensarlo dos veces, decidió buscar al dueño para devolvérsela. Alejo fue hasta la dirección que encontró en la billetera y tocó timbre en una casa grande.

Una señora mayor abrió la puerta y Alejo le dijo:- ¡Buenos días! Encontré esta billetera en la calle y quiero devolverla. La señora se sorprendió gratamente por el gesto de Alejo y le agradeció enormemente por su honestidad.

Resulta que esa billetera pertenecía al esposo de la señora, quien había estado muy preocupado buscándola desde temprano. Como recompensa por su acto de bondad, la señora invitó a Alejo a merendar con ellos.

Durante la merienda, el esposo de la señora le contó a Alejo sobre un tesoro escondido en el parque cercano al barrio. - Hace muchos años atrás -dijo el hombre-, enterré un cofre lleno de monedas de oro cerca del gran árbol del parque.

Pero con el tiempo olvidé exactamente dónde lo enterré. Alejo se emocionó mucho con la historia y decidió ayudar al hombre a encontrar el tesoro. Juntos, pasaron tardes enteras buscando pistas y cavando en diferentes lugares del parque, pero no lograban dar con el cofre.

Un día, mientras Alejo jugaba en la plaza con sus amigos, notó que un perro callejero estaba muy triste. Se acercó al perro y vio que tenía una pata lastimada.

Sin dudarlo, Alejo decidió llevarlo al veterinario para que lo cuidaran. El veterinario le explicó a Alejo que el perro necesitaba una operación para sanar su pata. Pero también le dijo algo inesperado: si nadie reclamaba al perro después de un tiempo determinado, podría quedarse con él.

Alejo visitaba todos los días al perro en el veterinario y le daba todo su amor y cariño. Pasadas unas semanas, nadie había reclamado al perro y finalmente pudo llevárselo a casa.

El perro resultó ser muy inteligente y siempre acompañaba a Alejo en sus aventuras por el parque. Un día, mientras caminaban juntos cerca del gran árbol del parque, el perro comenzó a excavar frenéticamente bajo una pequeña colina de tierra.

- ¡Mira Alejo! -exclamó uno de los amigos de Alejo-. ¡El perro está encontrando algo! Todos se acercaron corriendo y vieron cómo el perro desenterraba un antiguo cofre lleno de monedas de oro. Todos gritaron emocionados por haber encontrado el tesoro perdido.

Alejo decidió compartir el tesoro con sus amigos y con las personas del barrio. Juntos, utilizaron el dinero para hacer mejoras en la plaza, como construir un nuevo parque infantil y plantar más árboles.

La historia de Alejo se hizo famosa en todo Buenos Aires y su bondad inspiró a muchos niños a seguir su ejemplo. Alejo demostró que incluso siendo pequeño, podía hacer grandes cosas cuando se es bueno y generoso con los demás.

Desde aquel día, Alejo siguió ayudando a los demás y cuidando de su perro. Y juntos vivieron muchas aventuras felices, siempre recordando que la bondad puede llevarnos a encontrar tesoros invaluables en nuestra vida.

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