The Little Breathing Master
Había una vez un pequeño niño llamado Mateo que vivía en un tranquilo pueblo rodeado de hermosos campos. Mateo era un niño muy inquieto y siempre estaba lleno de energía, pero también tenía emociones fuertes.
A veces se ponía muy enojado cuando las cosas no salían como él quería, otras veces estaba extremadamente feliz cuando lograba algo importante y, a veces, se sentía muy triste sin razón aparente.
Un día, mientras caminaba por el campo con su abuelito, Mateo le contó sobre sus emociones intensas. Su abuelito sonrió y le dijo: "Mateo, ¿sabías que la respiración puede ayudarte a manejar tus emociones?".
Mateo lo miró con curiosidad y preguntó: "¿Cómo puede la respiración ayudarme a sentirme mejor?". El abuelito tomó aire profundamente y explicó: "Cuando estás enojado o triste, tu respiración se vuelve rápida y agitada. Pero si te tomas unos momentos para respirar lenta y profundamente, puedes calmarte". Mateo decidió probarlo.
Cerró los ojos e inhaló lentamente por la nariz contando hasta cuatro. Luego exhaló suavemente por la boca contando hasta seis. Repitió este proceso varias veces y pronto comenzó a sentirse más tranquilo.
A medida que continuaban caminando juntos, llegaron a un árbol gigante donde encontraron a una ardilla llorando desconsoladamente. El abuelito se acercó amablemente y le preguntó: "¿Qué te pasa?"La ardilla sollozante respondió: "Perdí mi nuez favorita y ahora me siento muy triste".
Mateo se acercó a la ardilla y le dijo: "Respira profundo, como me enseñó mi abuelito. Te ayudará a sentirte mejor". La ardilla se secó las lágrimas y siguió el consejo de Mateo. Respiró lenta y profundamente varias veces.
Poco a poco, su tristeza comenzó a desvanecerse. Después de un rato, Mateo y su abuelito continuaron su camino por el campo. De repente, escucharon risas provenientes de un arbusto cercano.
Se acercaron cautelosamente y descubrieron que era un conejito saltando felizmente en una pila de hojas secas. El abuelito preguntó con curiosidad: "¿Por qué estás tan feliz?"El conejito respondió emocionado: "Encontré una zanahoria gigante enterrada en la tierra ¡y es la más deliciosa que he probado!".
Mateo sonrió y le dijo al conejito: "Cuando te sientas demasiado feliz, puedes respirar lenta y profundamente para mantener tu emoción bajo control". El conejito asintió con entusiasmo e hizo algunas respiraciones profundas mientras seguía disfrutando de su zanahoria gigante.
A medida que Mateo y su abuelito caminaban por el campo, se encontraron con diferentes animales que también aprendieron sobre la importancia de la respiración para manejar sus emociones.
Un pájaro enojado pudo calmarse después de unas cuantas respiraciones profundas, mientras que una mariposa triste encontró consuelo al respirar lentamente. Al final del día, Mateo se dio cuenta de lo poderosa que era la respiración para controlar sus emociones.
Se sintió agradecido por la sabiduría de su abuelito y prometió compartir este conocimiento con todos sus amigos en el pueblo. Desde ese día, Mateo se convirtió en un pequeño maestro de la respiración.
Ayudaba a los demás a manejar sus emociones y juntos descubrieron que, sin importar si estaban enojados, muy felices o tristes, siempre podían encontrar calma y equilibrio simplemente tomando una buena bocanada de aire. Y así, todos vivieron felices y tranquilos gracias a la magia de la respiración. Fin.
FIN.