The Little Tomatos Big Show
Había una vez en un huerto muy especial, un tomate cherry llamado Leah. Ella era diferente a los demás tomates del lugar, ya que era mucho más pequeña.
Los otros tomates se burlaban de ella y la discriminaban por no ser grande como ellos. Leah se sentía triste y desanimada por las palabras hirientes de los demás tomates. Pero en lugar de dejarse vencer, decidió convertir su diferencia en algo positivo.
Sabía que ser pequeña tenía sus ventajas, como poder esconderse entre las ramas del huerto y pasar desapercibida. Un día, mientras Leah exploraba el huerto en busca de nuevos amigos, encontró a una mariquita llamada Lola.
Lola también era pequeña y había pasado por situaciones similares de discriminación. Ambas empezaron a hablar sobre cómo se sentían y descubrieron que tenían mucho en común. "Leah, no te preocupes por lo que dicen los demás", le dijo Lola con voz amable.
"Tú eres única y especial tal como eres". Leah sonrió tímidamente y respondió: "Gracias Lola, pero es difícil ignorar todas las burlas".
Lola pensó durante unos segundos y luego tuvo una idea brillante: "¡Ya sé! ¿Por qué no organizamos un concurso para demostrarles a todos lo talentosas que somos?"A Leah le pareció una excelente idea y juntas empezaron a planificar el concurso. Decidieron llamarlo "El Gran Show del Huerto".
Invitaron a todos los vegetales del lugar para participar e incluso pidieron ayuda al jardinero para preparar el escenario. Llegó el día del concurso y el huerto estaba lleno de expectativa. Los tomates grandes se reían de Leah, creyendo que no tenía ninguna oportunidad.
El primer acto fue un número de baile de zanahorias, seguido por una exhibición acrobática de pimientos. Pero cuando llegó el turno de Leah y Lola, todos quedaron boquiabiertos. Las dos pequeñas amigas realizaron una increíble rutina de malabarismo con frutas y verduras.
Hicieron piruetas en el aire y lanzaron tomates a gran velocidad sin equivocarse ni una sola vez. La audiencia estalló en aplausos y ovaciones. Incluso los tomates grandes tuvieron que admitir que Leah era muy talentosa.
Se dieron cuenta de lo equivocados que habían estado al discriminarla solo por su tamaño. Desde ese día, Leah dejó de ser discriminada en el huerto.
La gente comenzó a valorarla por su habilidad única y respetarla como a cualquier otro vegetal del lugar. Lección aprendida: nunca debemos juzgar a alguien por su apariencia o tamaño. Todos tenemos talentos especiales que nos hacen únicos y valiosos.
Y si alguien intenta discriminarlos, recuerden siempre demostrarles lo maravillosos que son, al igual que hizo Leah con sus habilidades en el Gran Show del Huerto.
FIN.