The Magic Mirrors


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, dos niños llamados Martín y Sofía. Ambos eran muy inteligentes y amables, pero sufrían de baja autoestima debido a que otros niños los consideraban —"feos" .

Esto les causaba mucha tristeza y siempre se sentían excluidos. Un día, mientras caminaban por el parque del pueblo, encontraron un misterioso paquete envuelto en papel brillante. Sin pensarlo dos veces, lo abrieron emocionados y descubrieron una caja llena de espejos coloridos.

Al mirarse en esos espejos, Martín y Sofía quedaron maravillados al ver reflejadas sus imágenes transformadas en hermosos seres.

Sus narices grandes se volvieron pequeñas y delicadas, sus dientes torcidos se volvieron perfectamente alineados y sus ojos saltones se convirtieron en unos ojos llenos de brillo. Llenos de alegría por verse tan diferentes, Martín y Sofía decidieron llevar los espejos a casa para seguir disfrutando de su nueva apariencia.

Pero pronto se dieron cuenta de que aquellos espejos solo reflejaban una imagen ilusoria; no eran ellos mismos realmente. Un día soleado, mientras paseaban por el parque con los espejos en la mano, conocieron a Don José, un anciano sabio del pueblo.

Al ver la tristeza en los ojos de los niños, Don José decidió acercarse para conversar con ellos. - Buenos días chicos - saludó Don José con una sonrisa-. ¿Qué les ha pasado? Parecen preocupados.

Martín y Sofía le contaron sobre los espejos y cómo se sentían mejor al verse diferentes. Don José escuchó atentamente y luego les preguntó:- ¿Y qué pasa cuando se quitan los espejos? ¿Vuelven a sentirse feos? Martín y Sofía bajaron la mirada avergonzados y asintieron en silencio.

Don José reflexionó por un momento y luego les dijo:- Queridos niños, la verdadera belleza no se encuentra en el exterior, sino en nuestro interior. Es cierto que todos somos diferentes, pero eso no nos hace feos o bonitos.

Lo importante es ser amables, respetuosos y tener un corazón lleno de amor. Los niños miraron a Don José con curiosidad e interés. Aquellas palabras resonaban profundamente en sus corazones. - Entonces...

¿los espejos no importan? -preguntó Martín con una leve sonrisa. - Exactamente -respondió Don José-. Los espejos solo muestran nuestra apariencia física, pero lo que realmente importa es cómo nos sentimos por dentro y cómo tratamos a los demás.

Martín y Sofía entendieron el mensaje de Don José. Decidieron dejar atrás los espejos ilusorios y abrazar su verdadera apariencia. A partir de ese día, comenzaron a valorarse tal como eran: inteligentes, amables y únicos.

Con el tiempo, la actitud positiva de Martín y Sofía comenzó a influir en otros niños del pueblo. La baja autoestima empezó a desvanecerse poco a poco mientras todos aprendían la importancia de aceptarse a sí mismos sin importar su apariencia física.

Y así, Martín y Sofía se convirtieron en un ejemplo de amor propio y aceptación para todos los niños del pueblo. Aprendieron que la verdadera belleza radica en la confianza en uno mismo y en el respeto hacia los demás.

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