The Magical Wishes of Amanda and Alegra


Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, dos amigas inseparables: Amanda y Alegra. Un día soleado, mientras paseaban por el parque, escucharon un débil chillido proveniente de los arbustos. -¡Escucha, Alegra! -exclamó Amanda-.

Parece que alguien necesita ayuda. Ambas se acercaron con cuidado y descubrieron a un ratoncito atrapado entre las ramas de un arbusto espinoso. Estaba asustado y temblaba de miedo. -¡Pobrecito! Tenemos que hacer algo para ayudarlo -dijo Alegra con preocupación.

Con mucho cuidado, Amanda y Alegra comenzaron a separar las ramas para liberar al ratoncito. Después de unos minutos de trabajo arduo, finalmente lograron rescatarlo.

El ratoncito miró a sus salvadoras con gratitud y les dio un pequeño beso en la mejilla antes de correr hacia su madriguera. Amanda y Alegra sonrieron felices al verlo seguro.

Pero justo cuando estaban a punto de irse del lugar, vieron algo sorprendente: el ratoncito volvía hacia ellas llevando consigo una pequeña caja brillante. -¡Miren lo que trajo! -exclamó Amanda emocionada-. ¡Es una caja mágica! Las amigas abrieron la caja con cautela y descubrieron dentro una nota que decía: "Queridas Amanda y Alegra, gracias por salvarme.

Esta caja tiene el poder de conceder tres deseos". Las niñas no podían creerlo. Tenían la oportunidad de hacer realidad tres deseos, pero sabían que debían utilizarlos sabiamente. -¿Qué deberíamos pedir? -se preguntó Alegra-. Hay tantas cosas que podríamos desear.

Amanda pensó por un momento y luego sonrió con determinación. -Yo creo que deberíamos pedir deseos que ayuden a los demás. Podemos usar este regalo mágico para hacer del mundo un lugar mejor.

Alegra estuvo de acuerdo con su amiga y juntas comenzaron a planificar sus deseos. Decidieron pedir: 1. Que todos los animales del mundo tuvieran hogares seguros y amorosos. 2. Que todos los niños pudieran recibir una educación de calidad sin importar su situación económica.

3. Que el planeta estuviera limpio y saludable, protegido de la contaminación y el maltrato ambiental.

Con sus deseos claros en mente, Amanda y Alegra cerraron la caja mágica y prometieron utilizar su amistad para trabajar juntas en pro de esos ideales. Desde ese día, las niñas se convirtieron en verdaderas defensoras del medio ambiente, ayudando a reciclar en su comunidad y cuidando de los animales abandonados.

También se esforzaron por difundir la importancia de la educación entre sus compañeros de escuela, organizando actividades solidarias para recaudar fondos destinados a becas escolares. El ratoncito siempre estuvo presente en sus aventuras, recordándoles que incluso las acciones más pequeñas pueden marcar una gran diferencia en el mundo.

Y así fue como Amanda y Alegra demostraron al pueblo Villa Alegre que, a veces, los actos más simples de bondad pueden tener un impacto extraordinario.

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