The Mouses Magical Store



Había una vez una niña llamada Antonella, a quien le encantaba jugar con sus juguetes en su habitación. Pero su juego favorito era convertirse en una vendedora y crear su propia tienda imaginaria.

Antonella tenía una caja llena de juguetes que utilizaba como mercancía para vender. Tenía muñecas, carritos, peluches y muchos otros objetos divertidos. Cada día, pasaba horas organizando su pequeña tienda en la habitación y atendiendo a sus clientes imaginarios.

Un día, mientras Antonella estaba ocupada colocando los juguetes en el estante de exhibición, escuchó un ruido extraño proveniente de debajo de su cama. Se agachó para ver qué era y encontró a un ratoncito asustado escondido allí.

- ¡Oh! ¡Hola ratoncito! ¿Qué haces aquí debajo de mi cama? -preguntó Antonella sorprendida. El ratoncito temblaba de miedo y respondió: - Me perdí mientras buscaba comida. Tengo mucha hambre y no sé cómo volver a casa.

Antonella se preocupó por el ratón y decidió ayudarlo. Recordó que tenía algunas galletitas guardadas en su armario y rápidamente las sacó. - Aquí tienes, pequeño ratón. Estas galletitas te ayudarán a calmar tu hambre -dijo Antonella bondadosamente.

El ratón comió las galletitas con gratitud y luego miró curiosamente la tienda imaginaria de Antonella. - ¿Puedo jugar contigo? Parece muy divertido ser parte de tu tienda -preguntó el ratón con ojos brillantes.

Antonella sonrió y respondió: - ¡Por supuesto! Será genial tener un nuevo amigo en mi tienda. ¿Qué te gustaría vender? El ratón pensó por un momento y luego dijo: - Me gustaría vender quesos deliciosos.

A los niños les encantan los quesos, ¿no? Así comenzó una nueva aventura para Antonella y el ratoncito. Juntos, crearon una sección especial en la tienda de juguetes donde vendían quesos imaginarios. Los dos amigos se divertían mucho atendiendo a sus clientes imaginarios y compartiendo risas mientras jugaban.

Un día, mientras estaban ocupados vendiendo quesos, llegó al cuarto la mamá de Antonella. - Antonella, ¿qué estás haciendo? -preguntó su mamá sorprendida al ver la tienda improvisada. Antonella explicó emocionada todo lo que había pasado con el ratoncito perdido y cómo habían decidido jugar juntos.

La mamá sonrió orgullosa y dijo: - Eso es maravilloso, cariño. Es importante ser amable con los demás y compartir nuestras alegrías con ellos.

Desde ese día, Antonella aprendió una valiosa lección sobre la amistad y la importancia de ayudar a los demás. Continuó jugando a ser vendedora con sus juguetes junto al ratón durante mucho tiempo más.

Y así fue como Antonella descubrió que incluso los juegos más simples pueden enseñarnos grandes lecciones sobre el amor, la amistad y la generosidad.

FIN.

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