The Patience Playground



Había una vez un niño llamado Santy, a quien le encantaba jugar y divertirse. Pero había algo que le costaba mucho trabajo: esperar su turno para jugar con sus amigos.

Siempre se ponía muy impaciente y frustrado cuando tenía que esperar. Un día, Santy fue a su terapia ocupacional de siempre, pero se dio cuenta de que su terapeuta habitual no estaba allí. En su lugar, estaba Alejandra, una nueva terapeuta ocupacional.

Alejandra era muy amable y cariñosa, y decidió ayudar a Santy con sus dificultades para esperar y manejar la frustración. Comenzaron jugando juegos divertidos que requerían turnarse para jugar. "Santy, vamos a jugar al juego de las sillas", dijo Alejandra emocionada.

"¡Genial! ¿Cómo se juega?", preguntó Santy curioso. Alejandra explicó las reglas del juego: "Tenemos varias sillas colocadas en círculo y cuando la música pare, cada uno debe sentarse en una silla.

Pero hay un truco: siempre habrá una silla menos que el número de jugadores". El juego comenzó y Santy se divirtió muchísimo moviéndose rápidamente entre las sillas cuando la música paraba.

A veces lograba encontrar una silla libre antes que los demás niños ¡pero otras veces quedaba sin asiento! Poco a poco, Alejandra fue introduciendo pequeñas modificaciones al juego para desafiar aún más a Santy. Por ejemplo, agregó obstáculos como cojines en el medio del círculo o hizo cambios sorpresa en el número de sillas.

Santy se dio cuenta de que este juego le estaba enseñando a ser más paciente y a aceptar que no siempre podía ganar.

Aprendió a controlar su frustración cuando no lograba encontrar una silla libre y aprendió a esperar su turno con paciencia. Después de varias sesiones de terapia ocupacional con Alejandra, Santy notó un gran cambio en su comportamiento. Ya no se ponía tan impaciente ni frustrado cuando tenía que esperar su turno para jugar con sus amigos.

Incluso empezó a disfrutar de esos momentos de espera, aprovechándolos para observar y aprender cosas nuevas. Un día, mientras Santy jugaba en el parque con sus amigos, uno de ellos comenzó a llorar porque había perdido un juguete.

Todos los demás niños estaban muy ocupados jugando y nadie parecía notarlo. Pero Santy recordó lo importante que era ser paciente y ayudar a los demás. "¡Esperen chicos! ¡Voy a buscarle el juguete perdido!", exclamó Santy decidido.

Corrió hacia donde había visto por última vez el juguete y lo encontró debajo del tobogán. Se acercó al niño triste y le entregó el juguete con una sonrisa en su rostro.

Todos los niños quedaron impresionados por la amabilidad y paciencia de Santy. Desde ese día, todos querían ser como él: pacientes, amables y dispuestos a ayudar.

Y así fue como Santy aprendió la importancia de la paciencia, la tolerancia y el manejo adecuado de la frustración gracias a las divertidas sesiones de terapia ocupacional con Alejandra. Juntos, descubrieron que jugar y divertirse también podía ser una gran oportunidad para aprender y crecer como persona. Fin.

FIN.

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