The Purple Rose Journey
Había una vez un pequeño ratoncito llamado Benito, que vivía en una cueva junto a su familia. Benito era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras.
Un día, mientras exploraba el bosque, se encontró con un cartel que decía: "Se busca ayudante de jardinero". Benito sabía que este podía ser el comienzo de su primera chamba y decidió ir a postularse. Llegó al jardín y se encontró con Don Roberto, un viejo jardinero con experiencia.
"Buenos días, Don Roberto", saludó Benito tímidamente. "¡Hola! ¿En qué puedo ayudarte?", respondió amablemente Don Roberto. "Vine porque vi el anuncio de la búsqueda de un ayudante de jardinero", dijo Benito emocionado.
Don Roberto sonrió y le explicó que necesitaba ayuda para cuidar las flores y mantener el jardín hermoso. Le mostró todas las herramientas y le enseñó cómo usarlas correctamente.
Los días pasaron y Benito se convirtió en el mejor ayudante de jardinería que Don Roberto había tenido nunca. Aprendió sobre las diferentes plantas, cómo regarlas adecuadamente y cómo protegerlas de los insectos dañinos. Un día, mientras trabajaban en el jardín, vieron algo inusual: ¡una rosa morada brillante! Nunca habían visto una rosa así antes.
"¡Es increíble!", exclamaron ambos al mismo tiempo. Decidieron investigar más sobre esta rosa única. Descubrieron que era extremadamente rara y valiosa. Entonces pensaron en llevarla a una feria de flores para mostrarla al mundo.
El día de la feria llegó y Don Roberto y Benito estaban emocionados. Montaron un hermoso stand con la rosa morada como protagonista. Muchas personas se acercaron para admirarla y preguntarles cómo habían logrado cultivar una flor tan especial.
"Fue gracias al trabajo en equipo", respondió Benito con orgullo. La gente quedó asombrada por lo que había logrado este pequeño ratoncito junto a su mentor. Al final del día, recibieron el premio a la mejor exhibición de flores.
Estaban llenos de felicidad y gratitud por todo lo que habían aprendido juntos. A partir de ese día, Benito siguió trabajando como ayudante de jardinero, pero también comenzó a enseñar a otros animales sobre el cuidado de las plantas.
Se convirtió en un ejemplo para todos, demostrando que no importa cuán pequeño seas, siempre puedes hacer grandes cosas si tienes determinación y pasión por lo que haces.
Y así fue cómo Benito encontró su primera chamba y descubrió su amor por la jardinería. Aprendió importantes lecciones sobre trabajo en equipo, perseverancia y valoración de la naturaleza. Y aunque sus aventuras continuaron, siempre recordaría aquel primer empleo que le enseñó tanto sobre sí mismo y el mundo que lo rodeaba.
FIN.