The Tango Mermaid



Había una vez, en el hermoso océano Atlántico, una sirena llamada Ameli. Era conocida por su dulce voz y su amor por la música.

Ameli vivía en un arrecife de coral rodeado de algas multicolores que bailaban al son del viento marino. Un día soleado, mientras cantaba alegremente sobre las algas, Ameli se encontró con su amigo Joaquín, un simpático pez payaso. Ambos se alegraron mucho al verse y decidieron pasar el día juntos.

- ¡Hola Ameli! ¿Cómo estás? -saludó Joaquín con una gran sonrisa. - ¡Hola Joaquín! Estoy muy bien, gracias. Me encanta cantar y disfrutar de este hermoso lugar -respondió Ameli emocionada.

Joaquín miró a su amiga con curiosidad y dijo:- Sabes, siempre he tenido ganas de aprender a bailar tango. ¿Te gustaría enseñarme? Ameli rió alegremente y aceptó la propuesta de Joaquín. - ¡Claro que sí! Será divertido aprender juntos.

Pero primero necesitamos encontrar un lugar adecuado para practicar -dijo la sirena pensativa. Los dos amigos comenzaron a explorar el océano en busca del lugar perfecto para bailar tango.

Nadaron entre los corales y jugaron con los peces tropicales hasta que finalmente encontraron una gruta amplia y luminosa donde podían moverse sin problemas. Ameli comenzó a explicarle a Joaquín los pasos básicos del tango:- Primero debemos pararnos frente a frente, muy cerca el uno del otro.

Luego, daremos un paso hacia atrás y cruzaremos nuestras piernas mientras nos miramos a los ojos. Joaquín intentó imitar los movimientos de Ameli con mucho entusiasmo. Aunque al principio tropezaba y se enredaba en sus propias aletas, poco a poco fue mejorando. - ¡Muy bien Joaquín! Estás aprendiendo rápido -exclamó Ameli orgullosa-.

Ahora vamos a darle más ritmo al tango. Ameli comenzó a cantar una melodía tanguera mientras ambos bailaban con gracia y elegancia.

Los movimientos fluidos de la sirena y la alegría desbordante de Joaquín hicieron que su baile fuera espectacular. De pronto, mientras seguían bailando, un grupo de peces curiosos se acercó para ver el espectáculo. Todos quedaron asombrados por la belleza del tango interpretado por Ameli y Joaquín.

La noticia sobre este increíble dúo de baile se extendió rápidamente por todo el océano. Los demás animales marinos querían aprender a bailar como ellos, así que organizaron clases de tango para todos. Ameli y Joaquín se convirtieron en los maestros más populares del océano.

Enseñaron a sus amigos cómo moverse al ritmo de la música y disfrutar del baile en armonía. Con el tiempo, el océano Atlántico se llenó de música y alegría gracias al tango que Ameli y Joaquín habían compartido con todos.

Las algas danzaban aún más felices bajo las notas melodiosas, y los animales marinos encontraron en el tango una forma de expresar sus emociones.

Desde aquel día, cada vez que la sirena Ameli cantaba sobre las algas, su voz se mezclaba con el eco del tango que todos bailaban. Y así, el océano se convirtió en un lugar mágico donde la música y la amistad eran los protagonistas de cada día.

Y colorín colorado, esta historia llena de baile y alegría ha terminado.

FIN.

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