The Treasure of Emotions


Había una vez, en lo más profundo de las montañas, un niño llamado Lucas. Lucas vivía en una cabaña rodeada de árboles altos y frondosos.

Cada noche, al anochecer, el niño se sentaba afuera y observaba cómo el sol se escondía detrás del infinito horizonte. Un día, mientras caminaba por el camino que llevaba a la selva oscura, Lucas encontró un baúl misterioso. Sin pensarlo dos veces, decidió abrirlo.

Pero cuando levantó la tapa del baúl, una densa niebla salió disparada hacia él y cubrió todo su alrededor. Asustado pero valiente, Lucas comenzó a caminar a través de la niebla hasta que llegó a una puerta antigua y desgastada.

Con mucho cuidado, abrió la puerta y descubrió un mundo lleno de felicidad y tristeza. Dentro de ese mundo había criaturas extrañas que hablaban entre ellas. Una pequeña hada apareció frente a Lucas y le dijo: "Bienvenido al Reino de los Sentimientos".

El hada explicó que cada criatura representaba una emoción diferente. Lucas exploró el Reino de los Sentimientos durante días enteros.

Conoció al Amor, quien era amable y cariñoso; también conoció a la Tristeza, quien siempre tenía lágrimas en sus ojos; e incluso conoció al Diablo travieso pero juguetón. Un día, mientras paseaban juntos por el reino, el Diablo vio algo brillando detrás de unos arbustos. Se acercaron y encontraron una camisa de colores vivos.

Lucas decidió ponérsela y enseguida sintió una alegría inmensa recorrer todo su cuerpo. Pero entonces, escucharon un grito desesperado proveniente de la cabaña de Lucas. Rápidamente corrieron hacia allí y encontraron a un huésped sorprendido dentro de la casa.

El huésped explicó que estaba perdido y buscaba refugio. Lucas le ofreció quedarse en su cabaña hasta que encontrara el camino de regreso a casa.

Durante esos días, el huésped les enseñó a todos sobre la importancia de compartir y cuidar unos a otros. Una noche, mientras todos estaban juntos alrededor del fuego, el Diablo se levantó repentinamente y dijo: "Tengo una sorpresa para todos". Sacó algo del baúl misterioso y lo mostró: era una pequeña llave dorada.

Con esa llave, pudieron abrir las puertas del Reino de los Sentimientos hacia el mundo exterior. A partir de ese día, Lucas entendió que todas las emociones eran importantes en la vida y que cada una tenía su lugar.

Desde aquel momento, Lucas aprendió a aceptar tanto la felicidad como la tristeza en su vida diaria. Y siempre recordaría aquella aventura en el Reino de los Sentimientos como un valioso tesoro guardado en su corazón lleno de amor y amistad verdadera.

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