Thiago y el Brillo Interno
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Luz, un niño llamado Thiago. Thiago era un niño especial, ya que desde que nació brillaba con mucha luz propia.
Su sonrisa iluminaba las calles y su bondad llegaba a todos los rincones del pueblo. Pero Thiago tenía un gran problema: le tenía miedo a la oscuridad.
Cada noche, cuando el sol se escondía detrás de las montañas y el cielo se oscurecía, Thiago sentía un escalofrío recorrer su cuerpo y sus ojos brillantes se apagaban. Por más que intentara vencer ese miedo, la oscuridad parecía envolverlo por completo.
Un día, mientras paseaba por el bosque cercano a Villa Luz, Thiago conoció a Luna, una hada amable y sabia que vivía entre los árboles centenarios. Luna había escuchado sobre el miedo de Thiago a la oscuridad y decidió ayudarlo. "Hola, pequeño Thiago", saludó Luna con voz melodiosa.
Thiago levantó la mirada sorprendido al ver a la hermosa hada frente a él. "¿Cómo sabes mi nombre?", preguntó curioso. "En este bosque todo se sabe", respondió Luna con una sonrisa tranquilizadora. "He escuchado sobre tu miedo a la oscuridad.
Pero debes saber algo importante: tu luz interior es más fuerte que cualquier sombra". Thiago asintió lentamente, aún inseguro de cómo podría vencer su temor.
Luna tomó la mano de Thiago y juntos emprendieron un viaje por el bosque iluminando cada rincón con la luz brillante de Thiago. Mientras caminaban, Luna le contaba historias de valentía y coraje, inspirando al pequeño niño a enfrentar sus propios miedos. "La oscuridad no es más que ausencia de luz", explicaba Luna.
"Y tú tienes tanto brillo dentro de ti que puedes iluminar incluso las noches más oscuras". Con cada paso que daban, Thiago sentía cómo su corazón se llenaba de valor y determinación.
Ya no temía a lo desconocido; ahora sabía que llevaba consigo una luz tan poderosa que podía hacer frente a cualquier sombra en su camino. Finalmente, llegaron al punto más profundo del bosque donde reinaba la oscuridad absoluta.
Pero esta vez, en lugar de detenerse ante ella, Thiago cerró los ojos y dejó fluir toda su luminosidad hacia afuera. De repente, el bosque entero se iluminó con una intensidad deslumbrante. Los árboles cobraron vida bajo aquel resplandor y las sombras huyeron despavoridas ante la radiante luz de Thiago.
Luna aplaudió emocionada mientras admiraba al valiente niño frente a ella. "¡Bravo, querido Thiago! Has descubierto el poder inmenso que llevas dentro", exclamó orgullosa. Desde ese día en adelante, Thiago ya no le temió a la oscuridad.
Sabía que su luz era capaz de disipar cualquier sombra y guiarlo en los momentos difíciles.
Y así fue como el niño brillante de Villa Luz aprendió una valiosa lección: nunca debemos subestimar nuestra propia luz interior porque es capaz de iluminar incluso los lugares más oscuros.
FIN.